Sinopsis
En el dominio artístico resulta anacrónico hablar de vanguardia antes del siglo XX, a pesar que el origen del término es medieval y de procedencia militar ("avant-garde"). Lo que si coexisten son sus dos posiciones significantes en el terreno político y artístico. En el primer caso se utiliza, con mucha frecuencia, ya en el siglo XIX, en el ámbito de los socialismos utópicos, que concuerdan con el arte en ciertos caracteres afines (activismo, voluntad de ruptura, idea de revolución y documento programático).
La vanguardia implica idea de lucha o combate, la que sostiene un individuo (artista) o un grupo selecto, que se adelantan con sus actuaciones o propuestas a la estética establecida, frente a la que reaccionan de manera violenta. De ahí que surja rechazo social, debido a la incomprensión inicial.
Rechazo de la burguesía, ilustrada en el arte impuesto, que margina al "avantgardiste", en principio, para luego aceptarlo y llevarlo al Museo.
Por otra parte hay que subrayar la relación entre modernidad, romanticismo y vanguardia. La modernidad ha abierto el camino de las revoluciones estéticas Su alianza con el tiempo posibilitó la confianza en el concepto de progreso y de linealidad, pero también una crítica radical al pasado y un compromiso de cambio a la vez que un ideal de futuro. Romanticismo y vanguardia son rebeliones contra la razón y tentativas de destruir la realidad visible para optar por otra mágica. Pero la vanguardia radicaliza el ideal romántico y rompe con la tradición inmediata. En pintura ésto se vislumbra después del impresionismo. Y a pesar de que vanguardia y modernidad descansan en un tiempo lineal e irreversible, la primera es más radical que la modernidad ( y que el romanticismo ). menos tolerante y más dogmática. Ante todo delata la conciencia histórica del futuro y la voluntad de adelantarse al tiempo. De ahí que sostenga un modelo evolutivo y de transformación, de manera que cada movimiento ("ismo") rechaza al anterior y proyecta su utopía a un mundo desconocido, que progresivamente irá dirigiendo la "incomprensión", hasta que, en los mismísimos anos sesenta, pueda hablarse de "muerte de la vanguardia" como tema recurrente.
El artista o el grupo vanguardista suele hacer una declaración de sus propósitos, a través del Manifiesto, de origen político. Manifiesto que exalta la originalidad, desprecia la imitación, destruye el culto al pasado, se rebela contra el "buen gusto", tiene fe en el progreso y adopta una actitud eufórica, activa, agresiva y provocadora. Esto en términos globales.
El contexto en el que surge el concepto real de vanguardia y sus posteriores realizaciones se genera en el mundo de las relaciones internacionales, definidas por el sistema bismarckiano o la paz armada y la contienda mundial. Aunque después de la Primera Guerra Mundial (1914-1945) - antes ya fraguaron las primeras vanguardias - se consolidan no sólo las pioneras, sino que emergen otras, que siguen proyectándose en el período interbélico, la "Belle Epoque" de los años veinte, los años críticos del crack y el ascenso de los totalitarismos, hasta los inicios de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Es la época de la Segunda Revolución Industrial y de sus transformaciones económicas-sociales, la de la maduración de los movimientos obreros y la de la aparición de nuevas tecnologías o ideologías revolucionarias, como la relatividad y el psicoanálisis, que tanto influirán en el arte.
En ese contexto, definido culturalmente por la idea de vanguardia, es necesario estudiar el nuevo rol del arte y los intereses que lo dominarán, de manera estructural ya para el futuro, y hasta hoy mismo. El artista se convierte en un resistente y deviene todo un símbolo de libertad e individualidad creadora. El valor de las ideas fortalece la figura del crítico. El mercado artístico adquiere una dimensión especial, puesto que en una sociedad burguesa y capitalista y políticamente liberal-democrática-tal como sostiene Poggioli- la especulación va alcanzar al producto u obra de arte, sometiéndose a los procesos económicos de la oferta y de la demanda. Algo que exigirá la inclusión del artista en un "circuito" para evitar la marginación. Y en relación a ello, las exposiciones comienzan a tener a tener más importancia. Exposiciones que traspasan el ámbito cultural de los salones a las galerías de arte, para revalorizar al artista y hacerlo pasar al Museo.
También es necesario destacar la figura del nuevo coleccionista y el papel mediático de las publicaciones, especialmente los manifiestos, catálogos y revistas especializadas, que informan puntualmente acerca de los nuevos movimientos y sus protagonistas, elevados casi a la categoría de héroes, según la aparición de G.Steiner.
La vanguardia delimita, con más precisión, los roles específicos de la historia del arte (que tiene en cuenta la perspectiva del pasado para estudiar la obra), de la estética (la reflexión sobre el pensamiento artístico) y de la crítica (que analiza el hecho más puntual)
Pero donde los resultados son más radicales es en los dominios concretos de la pintura o de la escultura, puesto que se marginan técnicas materiales del pasado y se incorporan otros. Esto posibilita la destrucción de la perspectiva renacentista, la utilización de los colores arbitrarios, la abstracción, la consideración del "objeto" como "obra" artística, la incorporación del collage, el decollage, la madera, la fotografía, el fotomontaje, el acero, el hierro, el cristal, el hormigón, el plástico, la incorporación de la máquina, del movimiento, de la luz real, etc. E igualmente la aparición de un nuevo vocabulario en la terminología de la contemporaneidad artística y por tanto en la definición del siglo XX. Palabras como mecanicismo, automatismo, caligrama, cartel, cinética, frotege, objet trouvé, rayograma, etc, resultan de especial interés para sumergirse en los nuevos procesos generados por los diferentes movimientos
La vanguardia va ligada a determinados espacios geográficos que definen, muchas veces, su centraludad, y el aura aluvional de aquellos. Así sucede con París, gran cuna de la mayoría de los "ismos" con sus míticos barrios artísticos . O con Munich, Berlín, Colonia, Zurich; que acogieron las aventuras expresionistas y dadás, respectivamente.
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