jueves, 28 de febrero de 2013

Cinco prefacios para cinco libros No-Escritos (Final)

Friedrich Nietzsche

Editado por  "Ediciones La Cueva"



Si ahora nos representarnos el Estado militar primitivo en su más violenta efervescencia, en su trabajo propio, y recordamos toda la técnica de la guerra, no podremos menos de rectificar los tan difundidos conceptos de la dignidad del hombre y de la dignidad del trabajo, preguntándonos si el concepto de dignidad no corresponde también al trabajo que nene por fin destruir a ese hombre digno y a los hombres a quienes está encomendado este trabajo, o si debemos dejar a un lado este concepto, por lo contradictorio, siquiera cuando se trata de la misión guerrera del Estado. Yo creía que el hombre guerrero era un instrumento del gemo militar y su trabajo un medio también de este genio; y que no como hombre absoluto y no genio, sino como instrumento de este genio, el cual puede arbitrar su destrucción como medio de realizar la obra de arte de la guerra, le correspondía un cierto grado de dignidad a saber, ser un instrumento digno del genio. Pero lo que aquí exponemos en un ejemplo particular üene una significación universal: cada hombre, en su total actividad, sólo alcanza dimidad en cuanto es. consciente o inconscientemente, instrumento del gemo: de donde se deduce la consecuencia ética de que el hombre en si \ el hombre absoluto, no posee ni dignidad, ni derechos, ni deberes; sólo como ser de fines completamente concretos, y al mismo tiempo inconscientes, puede el hombre encontrar una justificación de su existencia.

Según esto, el Estado perfecto de Platón es algo más grande de lo que imaginan sus fervientes admiradores, para no referirme a La ridicula expresión de superioridad -con que nuestros hombres cultos, históricamente hablando, rechazan este fruto de la antigüedad. El verdadero fin del Estado, la existencia olímpica y la génesis y preparación constante del genio, respecto del cual todos los demás hombres sólo son instrumentos, medios auxiliares y posibilidades, es descubierto en aquella gran obra y descrito con firmes caracteres por una intuición poética. Platón hundió su mirada en el campo espantosamente devastado de la vida del Estado y adivinó la existencia de algo divino en su intenor. Creyó que esta partícula divina se debía conservar y que aquel extenor rencoroso y bárbaro no constituía la esencia del Estado: todo el fervor y sublimidad de su pasión política se condensó en esta fe en este deseo, en esta divinidad. El hecho de que no figurara en la cima de su Estado perfecto el genio en su concepto general, sino como gemo de la sabiduría y de la ciencia, y arrojara de su República al artista genial, fue una dura consecuencia de la doctrina socrático sobre el arte que Platón, aun luchando contra sí mismo, hubo de hacer suya. Esta Laguna meramente exterior y casi casual no nos debe impedir reconocer en la concepción total del Estado platónico el maravilloso jeroglifico de una profunda doctrina esotérica de significación eterna de las relaciones entre el Estado y el Genio; y lo que acabamos de exponer en este proemio es nuestra interpretación de aquella obra misteriosa.
- Friedrich Nietzsche.

Certamen homérico
Cuando se habla de humanidad, se piensa en lo que separa y distingue al hombre de la naturaleza. Pero tal separación no existe en realidad: las propiedades naturales y las propiedades humanas son inseparables. El hombre, aun en sus más nobles y elevadas funciones, es siempre una parte de la naturaleza y ostenta el doble carácter siniestro de aquella. Sus cualidades terribles, consideradas generalmente como inhumanas, son quizás el más fecundo terreno si el que crecen todos aquellos impulsos, hechos y obras que componen lo que llamamos humanidad.
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Así vemos que los griegos, los hombres más humanos de la antigüedad presentan ciertos rasgos de crueldad de fiereza destructiva; rasgos que se reflejan de una manera muy visible en el grotesco espejo de aumento de los helenos, en Alejandro el Grande, pero que a nosotros los modernos, que descansamos en el concepto muelle de humanidad nos comunica una sensación de angustia cuando leemos su historia y conocemos su mitología. Cuando Alejandro hizo taladrar los pies de Batís, el valiente defensor de Gaza, y ató su cuerpo vivo a las ruedas de su carro para arrastrarlo entre las burlas de sus soldados, esta soberbia se nos aparece como una caricatura de Aquiles, que trató el cadáver de Héctor de una manera semejante; pero este mismo rasgo nene para nosotros algo de ofensivo y cruel. Vernos aquí el fondo tenebroso del odio. Este mismo sentimiento nos invade ante el espectáculo del insaciable encarnizamiento de los partidos griegos, por ejemplo, ante la revolución de Corcira. Cuando el vencedor en una batalla de las ciudades establece, conforme al derecho de la guerra, la ciudadanía de los hombres y vende a las mujeres y a los niños como esclavos, comprendemos, en la sanción de este derecho, que el griego consideraba como una seria necesidad dejar correr toda la corriente de su odio; en ocasiones como éstas se desahogan sus pasiones comprimidas y entumecidas: el tigre se despierta en ellos y en sus ojos brilla una crueldad voluptuosa. ¿Por qué se complacían los escultores griegos en representar hasta el infinito cuerpos humanos si tensión cuyos ojos rebosaban de odio o brillaban en la embriaguez del triunfo; heridos que se retuercen de dolor moribundos exhalando el último gemido? ¿Por qué todo el pueblo griego se embriaga ante el cuadro de las batallas de la Diada? he temido muchas veces que nosotros no entendiéramos esto de una manera suficientemente griega, que nos estremeceríamos si alguna vez lo entendiéramos a la gnega.

¿Pero qué hay detrás de todo el mundo homérico, cuna del mundo helénico? En éste, la extraordinaria precisión artística de la línea, la calma y pureza del dibujo nos elevan sobre el asunto; los colores, por una extraña ilusión artística, nos parecen más luminosos, más suaves, más calientes: sus hombres más simpáticos y mejores; pero ¿por qué temblamos cuando desprendidos ya de La mano de Homero, nos internamos en el mundo prehoménco? Entonces nos encontramos en la noche y en la oscuridad, tropezamos con los engendros de una fantasía habituada a los horrible. ¡Qué existencia terrestre reflejan aquellas leyendas teogónicas repulsivas y terribles! Una vida ai la cual reman los hijos de la noche, la discordia, la concupiscencia, el engaño, la vejez y la muerte. Recordemos el asfixiante ambiente de los poemas de Hesíodo, aun más condensado y entenebrecido y sm ninguna de aquella suavidad y pureza, que irradiaba sobre la Hélade. de Delíos y de los distintos lugares de los dioses; mézclanos este aire pesado de la Beocia con la sombría sensualidad de los etniscos; esta realidad nos dará entonces un mundo mítico, en el que Urano. Cronos y Zeus y las luchas de los Titanes nos parecerán un aliño: la lucha, en esta atmósfera sospechosa, es la salud la salvación: la crueldad de la victoria es el punto culminante de la alegría de vivir. Y así como en realidad el concepto del derecho griego se ha derivado del asesinato y del pecado de homicidio, la más noble cultura toma su guirnalda de triunfo del altar de este pecado. Aquella sombría época traza un surco sangriento por toda la historia griega. Los nombres de Orfeo. Museo y sus cultos, revelan a qué consecuencias llevo la incesante contemplación de un mundo de lucha y de crueldad a la idea de la vanidad de la existencia, a la concepción de La vida como un castigo expiador. a la creencia en la identidad de La vida y la culpabilidad. Pero estas consecuencias no son específicamente helénicas; en ellas vemos el contacto de la Grecia con la India y en general con el Oriente. El genio helénico tenía ya preparada otra respuesta a la pregunta "¿qué significa una vida de guerra y de victoria; y esta respuesta la hallamos en toda la extensión de la historia griega.

Para comprenderla, debemos partir de la consideración de que el gemo helénico aceptó este instinto terrible y trató de justificarlo, mientras que en el cielo órfico palpita la idea de que una vida fundamentada en tal instinto no es digna de ser vivida. La ludia y el goce del triunfo fueron conocidos, y nada separa el mundo griego del nuestro tanto como la coloración que de aquí se deriva para cielos conceptos éticos, por ejemplo: los de la Discordia y la Envidia.

Cuando el viajero Pausanias. en su peregrinación por Grecia visitó el Helicón, le fue mostrado un antiguo ejemplar del primer poema didáctico de los griegos. Los trabajos y los días, de Hesíodo. escrito, en hojas metálicas y muy deteriorado por el tiempo y la intemperie. Pero vio que, al contrario de los ejemplares usuales, no contenía en un extremo aquel pequeño himno a Zeus, sino que empezaba con la fiase "dos diosas de la discordia hay en la tierra". Es éste uno de los más notables pensamientos helénicos, digno de escribirse en el pórtico de la ética griega. "Una de estas diosas merece tantas alabanzas de los inteligentes como la otra censuras, pues cada una de ellas tiene una disposición de ánimo distinta. Una de ellas predica las disputas enconadas y La guerra, ¡la crueldad! Ningún mortal puede soportarla, y sólo se le tributa culto bajo el peso de la necesidad y por el decreto de los inmortales. Esta, como la más neja, engendra la negra noche; pero la otra fue puesta por Zeus, que dirige los destinos del mundo, sobre las raíces de la tierra y entre los hombres, porque era mejor. También se encarga de impulsar al hombre desdichado al trabajo; y cuando uno ve que el otro posee La riqueza de que él carece, se apresura a sembrar y plantar y proveer su casa; el vecino rivaliza con el vecino, que se afana por el bienestar de su casa. Buena es esta Eris para Los hombres. También el alfarero odia al alfarero y el carpintero al carpintero, el mendigo al mendigo y el cantor al cantor." Los eruditos no comprenden por qué figuran en este lugar estos dos últimos versos que tratan del odium figulinum. A su juicio, las palabras rencor y envidia sólo son apropiadas al carácter de la mala Ens; por eso no vacilan en considerar tales versos como apócrifos o puestos en este higar por azar. Pero esta vez se han sentido inspirados por otra épica distinta de la helénica: pues Aristóteles no senda ninguna repugnancia ai aplicar estos versos a la buena Ens. Y no sólo Aristóteles, smo toda la antigüedad pensaba sobre el rencor y la envidia de otra manera que nosotros, y participaba de los sentimientos de Hesíodo. que consideraba como mala aquella Ens que anojaba a los hombres los unos contra los otros en luchas hostiles y destructoras, y al mismo tiempo alababa a otra Ens que alimentaba el celo, el rencor y la envidia entre los hombres, pero no los lanzaba al hecho de la destrucción, smo al atletismo. El griego es envidioso y consideraba esta cualidad no como una falta, smo como el efecto de una divinidad bienhechora. ¡Qué abismo ético entre ellos y nosotros! Por ser envidioso, siente posarse sobre él. con ocasión de cualquier demasía de honores, riquezas, esplendor y felicidad, el ojo receloso de los dioses, y tañe su envidia. Pero esta idea no lo aleja de los dioses, cuya importancia, por el contrario, estriba en que con ellos el hombre nunca puede contender, ese hombre que arde en rivalidades contra cualquiera otra criatura miente. En la batalla de Thamyns con las musas, de Manías con Apolo, en la trágica suerte de Níobe, vemos la espantosa rivalidad de dos podares que nunca pueden entrar en colisión imo con otro: el dios y el hombre.

Pero cuanto más grande y elevado es un gnego. más luminosa es en él la ardiente llama de la ambición y aquel instinto de rivalidad que siente contra todo el que recorre su mismo camino.

Aristóteles hizo una vez una lista de tales luchas enemigas, ai estilo grandilocuente: entre los ejemplos que alli figuran está el de que un muerto puede inspirar a un vivo el sentimiento de la envidia. Asi califica Aristóteles las relaciones del colofense Jenófanes con Homero. No comprenderíamos en toda su intensidad este ataque al héroe nacional de la poesía, si no pensásemos, como también pensó luego Platón, que la raíz de esta acometida es el ansia monstruosa de ocupar el puesto del poeta derrocado y heredar su fama. Todo gnego ilustre enciende la tea de la discordia: en cada gran virtud arde una nueva grandeza. Cuando el joven Temistocles no podía dormir pensando en los laureles de Müciades. su instinto, precozmente despierto, se desencadenaba en largas rivalidades con Arisüdes. por aquella genialidad instintiva que muestra en sus actos políticos y que nos describe Tucidides.¡Cuán elocuente es aquel diálogo en el que a un afamado contrincante de Péneles le preguntamos quién era el mejor luchador de la ciudad si él o Péneles, a lo que contesta: "aun cuando yo lo derribo, niega que ha caído, consigue su intento y persuade a los que le ven acá".

Si queremos contemplar este sentimiento sin velo alguno, en su manifestación más ingenua, el sentimiento de la necesidad de la lucha si ha de subsistir el Estado, recordemos el sentido primitivo del ostracismo; recordemos las palabras de los efesios con motivo del destierro de Hermodoro. "Entre nosotros ninguno ha de ser el mejor, sí alguno lo es. que lo sea si otra parte y entre otras gentes " ¿Y por qué no ha de ser nadie el mejor? Porque entonces la lucha se acabaría y desaparecería la suprema razón de ser del Estado helénico. Ulteriormente el ostracismo adquirió otra significación respecto de la lucha: se echó mano del ostracismo cuando se temió que alguno de los grandes jefes políticos que tomaban parte en la lucha, en el fragor de ésta se sintiera tentado a emplear medios perjudiciales y perturbadores, peligrosos para el Estado. El sentido originario de esta singular institución no es el de válvula, sino el de estimulante; se desterraba a los que sobresalían para que se restablecieran los resortes de la lucha; es ésta una idea que se opone a nuestro exclusivismo del genio en el sentido moderno, pero que parte del supuesto de que en el orden natural de las cosas siempre hay varios genios, que se estimulan recíprocamente, aunque se mantengan dentro de los limites de la masa. Esta es la esencia de la idea helénica de la lucha: aboirece la hegemonía de uno solo y teme sus peligros; quiere allegar, como medio de protección contra el genio, un segundo genio.

Por medio de la ludia es como se ha de acreditar toda cualidad sobresaliente, esto es lo que dice la pedagogía popular helénica, mientras que los nuevos educadores nada temen tanto como el desencadenamiento de la llamada ambición- Aquí se teme el egoísmo como lo malo ai si con excepción de los jesuítas, que piensan en esto como Los antiguos y por lo mismo son los mejores pedagogos de nuestro tiempo. Ellos parecen creer que el egoísmo, es decir, el interés individual es el más poderoso agente, pero consideran como bien y mal aquella que conviene a sus fines. Mas para los antiguos el fin de una educación rígida era el bienestar de todos, de la sociedad estatal. Cada ateniense, por ejemplo, debía desarrollar su individualidad en aquella medida que podía ser más útil a Atenas y que menos pudiera perjudicarla. No había allí ambiciones inmoderadas ni descomedidas, como en las sociedades modernas; cada jovenzuelo pensaba en el bienestar de su ciudad natal, cuando se lanzaba, bien a la carrera, o a tirar o a cantar: quería aumentar su fama entre los suyos: su infancia ardía en deseos de mostrarse en las luchas ciudadanas como un instrumento de salvación para su patria; esto es lo que alimentaba la llama de su ambición, pero al mismo áempo lo que la enfrentaba y la circunscribía. Por eso los individuos en la antigüedad eran más libres, porque sus fines eran más próximos y más visibles. El hombre moderno, por el contrario, siente siempre ante sus pasos el infinito, como Aquiles el de los pies ligeros en el ejemplo de Zenón el Eleata; el infinito le estoiba. no puede alcanzar a la tortuga. Pero así como los jóvenes educados estaban sometidos a este procedimiento de concurso o lucha constante, así también rivalizaban continuamente entre sí sus educadores. Los grandes músicos como Píndaro y Simómdes se miraban mutuamente de reojo; el sofista, sumo maestro de la antigüedad, contendía con el sofista: el más generalizado procedimiento de enseñanza, el drama, le fue concedido al pueblo bajo la forma de grandes combates de los grandes artistas y músicos, Admirable! También el artista se encona con el artista. Y el hombre moderno nada teme más. en un artista, que la Lucha personal, mientras que el griego no reconocía al artista más que en estos encuentros personales Allí donde el hombre moderno olfatea la macula de la obra de arte el heleno busca la fuente de su grandeza. Lo que, por ejemplo, en Platón es de mayor importancia artística en sus diálogos, en su mayor parte es el resultado de una rivalidad en el arte de La oratoria de los sofistas, los dramáticos de aquel tiempo, hasta el punto de que pudo decir "Ved yo puedo hacer lo mismo que hacen mis émulos, y lo hago mejor que ellos. Ningún Protágoras ha concebido mitos más bellos que yo. ningún dramático ha dado vida a obras tan interesantes como el Simposion, ningún orador ha concebido tan elocuentes discursos como yo en el Gorgias: pues bien, yo censuro todo esto y condeno todo arte imitativo. ¡Sólo la lucha me convirtió en sofista, en poeta, en orador!" ¡Qué problemas plantea esto cuando pensamos en las relaciones de la lucha con la concepción de la obra de arte!

Si, por el contrario, eliminamos La lucha de la vida griega, vemos al punto en aquel abismo prehomérico la cruel ferocidad del odio y de la sed de destrucción. Este fenómeno se da muy frecuentemente por desgracia, cuando una gran personalidad es declarada hors de concours por un glorioso hecho a juicio de sus conciudadanos, sustrayéndose de este modo a la lucha repentinamente. El efecto casi siempre es temblé; y si de este efecto sacamos la conclusión de que el griego fue incapaz de soportar la gloria y la felicidad, hablaríamos con más propiedad diciendo que no podía soportar la fama sin lucha ulterior ni La felicidad una vez terminada la lucha. No hay ejemplo más elocuente que la suerte final de Mücíades. colocado en una cima solitaria por su incomparable victoria de Maratón, y elevado sobre cualqueir otro guerrero: allí se entregó a sus insaciables deseos de venganza contra uno de sus conciudadanos, por el que sentía un antiguo resentimiento. Por satisfacer estos deseos de venganza renunció a la gloria, al poder, a las dignidades y hasta se deshonro. Sintiendo su fracaso, se entregó a las más indignas maquinaciones. Entabló relaciones intimas e mipias con Timo, una sacerdotisa de Deméter. y hollaba de noche el sagrado templo en el que no se permitía entrar a hombre alguno. Después de haber saltado los muros y cuando se acercaba al sagrario de la diosa, sintió de repente un terror singular: descompuesto y casi sm sentido, se sintió lanzado otra vez por encona de los muros, y cayó sm movimiento y gravemente hendo. El cerco hubo de ser levantado, el tribunal popular le esperaba, y una vergonzosa muerte manchó el final de una vida heroica, oscurecida ante la posteridad Después de la batalla de Maratón se había apoderado de él la envidia del cielo. Y esta envidia divina se encendió cuando miraba a los hombres sin rivalidad alguna, desde la solitaria cima de su fama. No tenia a su lado smo los dioses, y por esto se declaró contra ellos. Pero éstos le condujeron a la comisión de un delito contra el pudor y en él sucumbió. Notemos ahora que así como Mücíades sucumbió, sucumbieron también los más prestigiosos Estados griegos, cuando por el mérito la fortuna llegaron después de una glonosa lid al templo de la Victoria. Atenas, que había atentado contra la independencia de sus aliados, y castigaba con rigor las insurrecciones de los oprimidos: Esparta, que después de la batalla de Egospotamos hacia sentir de dura y cruel manga su supremacía sobre la Hélade. precipitó también su caída por delitos como el de Mücíades. Todo lo cual es prueba de que sin envidia, sin rivalidad, sin ambición combatiente, el Estado helénico, como el hombre helénico, degeneran. Se hacen malos y crueles, vengativos e impíos: en una palabra, se vuelven prehoméricos, y entonces basta un terror pánico para conducirlos al abismo y destrozarlos. Esparta y Atenas se entregan a los persas, como habían hecho Temístocles y Alcibíades; revelan su helenismo cuando han renunciado a la más noble idea helénica, la lucha; y entonces Alejandro, la abreviatura y la copia más grosera de la historia griega, inventa el Panhelemsmo y la llamada Helemzación.

Friedrich Nietzsche.

domingo, 24 de febrero de 2013

Viaje a través del gran vidrio

 Marcel Duchamp

Viaje a través del gran vidrio emitido en tve en el programa:
 "La noche temática". (RTVE)


Voyage à travers le Grand Verre: 
(13 min. - 1993) de Jean Suquet.



Realizado por: Dominique Lambert

sábado, 23 de febrero de 2013

Otto Nebel

Unfeig (1923-1924) 

Eine-Runen-Fiuge Zur Unzeit Gegeit [Gesamtaiunfnahme] 




Side A: 44:15 min.
Side B: 24:30 min.
Publicado por S PRESS, 1973.

 UNFEIG - Eine Neun-Runen-Fuge, zur Unzeit gegeigt

Funfzig Irre treffen zu in einer reifen Runenfuge.
  Nun tritt Eugen Neter ein
reuiger Eigennutz in Irrungen
trutzt unfrei: ÇRettet euern feinen Eugen!È
  Tritt Enriette Gutentrutz ein
gefeit gegen Reue
eifert nur gegen Teeterrinen.
  Ter-Tegen tritt ein
Terenz in Gent
erntet nur Teer.
  Tritt Reni Trettin ein
Triene zu Trier
freit nur fette Furiere.
  Ginf Uru tritt ein
Ferge zu Rigi
rennt innig gegen Riffe.
  Tritt Erni Neuntuter ein
Furie zu Fingerfing
feuert nur Enteneier.
  Zegu Ungu tritt ein
Nigger zu Urru-Tirritei
futtert nur Gnu-Euter.
  Tritt Fritzi Ertner ein
Furunze zu Zenn in Grett
Entziffert unter Ziegen Fritz Reuter.
  Eintritt Trutz Rettig
Zierfigur in Untertrenningen
zertritt unter unguten Treffern nur neue Urnen.
  Tritt Zitti-Irene zu Neitung ein
Freiin in Neitung-Regitten
zetert nuttig in zertinteten Unterzeugen gegen Zeugung.

Recursos: Ubu

jueves, 21 de febrero de 2013

El idioma del otro

Jacques Derrida entrevista Ornette Coleman

El cerebro es sólo una conversación... 



 Nota del traductor: el encuentro entre el saxofonista y compositor Ornette Coleman y el filósofo Jacques Derrida documentado aquí tuvo lugar en finales de junio y principios de julio de 1997, antes y durante los tres conciertos de Coleman en La Villette, un museo y artes escénicas complejas al norte de París que alberga, entre otras cosas, el mundialmente famoso Conservatorio de París. Aquí Derrida entrevista Coleman sobre sus opiniones sobre composición, improvisación, lenguaje y racismo. Quizás el punto más interesante del intercambio es la convergencia de sus respectivas ideas sobre "lenguas de origen" y sus experiencias de prejuicios raciales.


martes, 19 de febrero de 2013

Q de Pregunta

La filosofía sirve para plantear preguntas..
preguntas, y las preguntas se fabrican.



Play video: parte 1 & 2

Entrevista realizada porClaire Parnet 

* Publicaciones relacionadas:
- C de cultura

domingo, 17 de febrero de 2013

Cinco prefacios para cinco libros No-Escritos (1)

Friedrich Nietzsche
Editado por  "Ediciones La Cueva


- Estado griego
Los modernos tenemos respecto de los griegos dos prejuicios que son como recursos de consolación de un mundo que ha nacido esclavo y. que por lo mismo, oye la palabra esclavo con angustia: me refiero a esas dos frases la diemdad del hombre y la disnidad del trabajo. Todo se conjura para peipetuar una vida de miseria, esta terrible necesidad nos fuerza a un trabajo aniquilador, que el hombre (o mejor dicho, el intelecto humano), seducido por la Voluntad considera como algo sagrado. Pero para que el trabajo pudiera ostentar legítimamente este carácter sagrado, seria ante todo necesario que la vida misma de cuyo sostenimiento es un penoso medio, tuviera alguna mayor dignidad y algún valor mas que el que las religiones y las graves filosofías le atribuyen. ¿Y qué hemos de ver nosotros en la necesidad del trabajo de tantos millones de hombres, sino el instinto de conservar la existencia, el mismo instinto omnipotente por el cual algunas plantas raquíticas quieren afianzar sus raices en un suelo roquizo?

En esta horrible lucha por la existencia sólo sobrenadan aquellos individuos exaltados por la noble quimera de una cultura artística, que les preserva del pesimismo práctico, enemigo de la naturaleza como algo verdaderamente antinatural. En el mundo moderno que, en comparación con el mundo griego, no produce casi sino monstruos y centauros, y en el cual el hombre individual, como aquel extraño compuesto de que nos habla Horacio al empezar su Arte Poética, está hecho de fragmentos incoherentes, comprobamos a veces, en un mismo individuo, el instinto de la lucha por la existencia y la necesidad del arte de esta amalgama artificial ha nacido la necesidad de justificar y disculpar ante el concepto del arte aquel primer instinto de conservación. Por esto creemos en la dignidad del hombre y en la dignidad del trabajo.
 
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Los griegos no inventaban para su uso estos conceptos alucinatorios; ellos confesaban, con franqueza que hoy nos espantara, que el trabajo es vergonzoso, y una sabiduría más oculta y más rara, pero viva por doquiera, añadía que el hombre mismo era algo vergonzoso y lamentable, una nada. La sombra de un sueño. El trabajo es una vergüenza porque la existencia no une ningún valor en sí: pero si adornamos esta existencia por medio de ilusiones artísticas seductoras, y le conferimos de este modo un valor aparente, aún así podemos repetir nuestra afirmación de que el trabajo es una vergüenza, y por cierto en la seguridad de que el hombre que se esfuerza únicamente por conservar la existencia, no puede ser un artista. En los tiempos modernos, las conceptuaciones generales no han sido establecidas por el hombre artista, sino por el esclavo: y éste, por su propia naturaleza, necesita, para vivir, designar con nombres engañosos todas sus relaciones con la naturaleza. Fantasmas de este género, como dignidad del hombre y la dignidad del trabajo, son engendros miserables de una humanidad esclavizada que se quiere ocultar a si misma su esclavitud Miseros tiempos en que el esclavo usa de tales conceptos y necesita reflexionar sobre sí mismo y sobre su porvenir ¡Miserables seductores, vosotros, los que habéis emponzoñado el estado de inocencia del esclavo, con el fruto del árbol de la ciencia! Desde ahora, todos los días resonarán en sus oídos esos pomposos tópicos de la igualdad de todos, o de los derechos fundamentales del hombre, del hombre como tal, o de la dignidad del trabajo, mentiras que no pueden engañar a un entendimiento perspicaz. Y eso se lo diréis a quien no puede comprender a qué altura hay que elevarse para hablar de dignidad, a saber, a esa altura en que el individuo, completamente olvidado de si mismo y emancipado del servicio de su existencia individua!, debe crear y trabajar.

Y aún en este grado de elevación del trabajo, los griegos experimentaban un sentimiento muy parecido al de la vergüenza. Plutarco dice en una de sus obras, con instinto de neto abolengo griego, que ningún joven de familia noble habría sentido el deseo de ser un Fidias al admirar en Pisa el Júpiter de este escultor ni de ser un Policleto cuando contemplaba la Hera de Argos: m tampoco habría quendo ser un Anacreonte. ni un Fílelas, ni un Arquiloco, por mucho que se recrease en sus poesías. La creación artística, como cualquier otro oficio manual, caía para los griegos bajo el concepto poco significado de trabajo. Pero cuando la inspiración artística se manifestaba en el griego, tenia que crear y doblegarse a la necesidad del trabajo. Y así como un padre admira y se recrea en la belleza y en la gracia de sus hijos, pero cuando piensa en el acto de la generación experimenta un sentimiento de vergüenza, igual le sucedía al griego. La gozosa contemplación de lo bello no le engañó nunca sobre su destino, que consideraba como el de cualquiera otra matura de la naturaleza, como una violenta necesidad, como una lucha por la existencia. Lo que no era otro sentimiento que el que le llevaba a ocultar el acto de la generación como algo vergonzoso, si bien, ai el hombre, este acto tenía una finalidad mucho más elevada que Los actos de conservación de su existencia individual: este mismo sentimiento era el que velaba el nacimiento de las grandes obras de arte, a pesar de que para ellos estas obras inauguraban una forma más alta de existencia, como por el acto genésico se inaugura una nueva generación. La vergüenza parece, pues, que nace allí donde el hombre se siente mero instrumento de formas o fenómenos infinitamente más grandes que él mismo como individuo

Y con esto hemos conseguido apoderamos del concepto general dentro del que debemos agrupar los sentimientos que los griegos experimentaban respecto del trabajo y de la esclavitud Ambos eran para ellos una necesidad vergonzosa ante la cual se sentía rubor, necesidad y oprobio a la vez. En este sentimiento de rubor se ocultaba el reconocimiento inconsciente de que su propio fin necesita de aquellos supuestos, pero que precisamente en esta necesidad estriba el carácter espantoso y de rapiña que ostenta la esfinge de la naturaleza, a quien el arte ha representado con tanta elocuencia en la figura de una virgen. La educación, que ante todo es una verdadera necesidad artística, se basa en una razón espantosa; y esta razón se oculta bajo el sentimiento crepuscular del pudor. Con el fin de que haya un terreno amplio, profundo y fértil para el desarrollo del arte, la inmensa mayoría, al servicio de una minoría v más allá de sus necesidades individuales, ha de someterse como esclava a la necesidad de la vida a sus expensas, por su plus de trabajo, la calase privilegiada ha de ser sustraída a La lucha por la existencia, para que cree y satisfaga un nuevo mundo de necesidades.

Por eso hemos de aceptar como verdadero, aunque suene horriblemente, el hecho de que la esclavitud pertenece a la esencia de una cultura: ésta es una verdad, ciertamente, que no deja ya duda alguna sobre el absoluto valor de la existencia. Es el buitre que roe las entrañas de todos los Prometeos de la cultura. La miseria del hombre que uve en condiciones difíciles debe ser aumentada, para que un pequeño número de hombres olímpicos pueda acometer La creación de un mundo artístico. Aquí esta la fuente de aquella rabia que los comunistas y socialistas, así como sus pálidos descendientes, la blanca raza de los "liberales" de todo tiempo, han alimentado contra todas las artes, pero también contra la Antigüedad clásica. Si realmente La cultura quedase al capricho de un pueblo, si en esta punto no actuasen fuerzas ineludibles que pusieran coto al libre albedho de los individuos, entonces el menosprecio de la cultura, la apoteosis de los pobres de espíritu, la iconoclasta destrucción de las aspiraciones artísticas seria algo más que La insurrección de las masas oprimidas contra las individualidades amenazadoras; seria el grito de compasión que derribara los muros de la cultura; el anhelo de justicia, de igualdad en el sufrimiento superaría a todos los demás anhelos. De hecho, en vahos momentos de la historia un exceso de compasión ha roto todos los diques de la cultura; un iris de misericordia y de paz empieza a lucir con los primeros fulgores del cristianismo, y su mas bello ñuto, el Evangelio de San Juan nace a esta luz. Pero se dan también casos en que, durante largos periodos, el poder de la religión ha petrificado todo un estadio de cultura, cortando con despiadada Ojera todos los retoños que querían brotar. Pero no debemos olvidar una cosa: la misma crueldad que encontramos en el fondo de toda cultura, yace también en el fondo de toda religión y en general en todo poder, que siempre es malvado; y asi lo comprendemos claramente cuando vemos que una cultura destroza o destruye, con el grito de libertad o por lo menos de justicia, el baluarte fortificado de las reivindicaciones religiosas. Lo que en esta terrible constelación de cosas quiere vivir, o mejor, debe vivir, es, en el fondo, un trasunto del entero contraste primordial, del dolor primordial que a nuestros ojos terrestres y mundanos debe aparecer insaciable apetito de la existencia y eterna contradicción en el tiempo, es decir: como devenir. Cada momento devora al anterior, cada nacimiento es la muerte de innumerables seres, engendrar la vida y matar es una misma cosa. Por esto también debemos comparar la cultura con el guerrero victorioso y ando de sangre que unce a su carro triunfal, como esclavos, a los vencidos, a qiuenes un poder bienhechor ha cegado hasta el punto de que. casi despedazados por las niedas del carro, exclaman aún: ¡dignidad del trabajo! ¡Dignidad del hombre! La adtura, como exuberante Cleopatra, echa perlas de incalculable valor en su copa: estas perlas son las lágrimas de compasión derramadas por los esclavos y por la miseria de los esclavos. Las mismas sociales de la época actual han nacido de ese carácter de niño mimado del hombre moderno, no de la verdadera y profunda piedad por los que sufren y si fuera verdad que los griegos perecieron por la esclavitud, es mucho más cierto que nosotros pereceremos por la falta de esclavitud: esclavitud que ni al cristianismo primitivo, a los mismos germanos les pareció extraña, ni mucho maros reprobable. Cuán digna nos parece ahora la servidumbre de la Edad Media, con sus relaciones jurídicas de subordinación al señor, en el fondo fuertes y delicadas, con aquel sabio acotamiento de su estrecha existencia - cuán digna-, y cuan reprensible!

Así pues, el que reflexione sm prejuicios sobre la estructura de la socredad. el que se La imagine como el parto doloroso y progresivo de aquel privilegiado hombre de la cultura a cuyo servicio se deben inmolar todos los demás, ese ya no será victima del falso esplendor con que los modernos han embellecido el ongen y la significación del Estado. ¿Qué puede significar para nosotros el Estado, sino el medio de realizar el proceso social antes descrito, asegurándole un libre desarrollo? Por fuerte que sea el instinto social del hombre, sólo la fuerte grapa del Estado sirve para organizar, a las masas de modo que se pueda evitar la descomposición quimica de la sociedad con su moderna estructura piramidal. ¿Pero de dónde surge este poder repentino del Estado cuyos fines escapan a la previsión y al egoísmo de los individuos? ¿Cómo nace el esclavo, ese topo de la cultura? Los griegos nos lo revelaron con su certero instinto político, que aun en los estadios más elevados de su civilización y humanidad no cesó de advertirles con acento broncineo: "el vencido dicho, el vínculo de acero que nge el proceso social; porque sin Estado, en natural bellum omnium contra omnes. la sociedad poco puede hacer y apenas rebasa el circulo familiar. Pero cuando poco a poco va formándose el Estado, aquel instinto del bellum omnium contra omnes se concentra en frecuentes güeras entre los pueblos y se descarga en tempestades no tan frecuentes, pero más poderosas. En los intervalos de estas guerras, la sociedad disciplinada por sus efectos, va desarrollando sus gérmenes, para hace florece, en épocas apropiadas, la exuberante flor del genio.

Ante el mundo político de los helenos, yo no quiero ocultar los recelos que me asaltan de posibles perturbaciones para el arte y la sociedad en ciertos fenómenos semejantes de la esfera política. Si imagináramos la existencia de ciertos hombres, que por su nacimiento estuvieran por encima de los instintos populares y estatales, y que. por consiguiente, concibieran el Estado solo en su propio interés, estos hombres considerarían necesariamente como última finalidad del Estado la convivencia armónica de srandes comunidades políticas, en las cuales se les permitiera, sin limitación de ninguna clase, abandonarse a sus propias iniciativas. Imbuidos de estas ideas fomentarían aquella política que mayor posibilidad de triunfo ofreciera a estas iniciativas, siendo, por el contrario, increíble que se sacrificaran por algo contrario a sus ideales; por ejemplo, por un instinto inconsciente, porque en realidad carecerían de tal instinto. Todos los demás ciudadanos del Estado siguen ciegamente su instinto estatal; sólo aquellos que señorean este instinto saben lo que quieren del Estado y lo que a ellos debe proporcionar el Estado. Por esto es completamente inevitable que tales hombres adquieran un gran influjo, mientras que todos los deniás sometidos al yugo de los fines inconscientes del Estado no son sino meros instrumentos de tales fines. Ahora bien, para poder conseguir por medio del Estado la consecución de sus fines individuales, es ante todo necesario que el Estado se vea libre de las convulsiones de la guerra, cuyas consecuencias incalculables son espantosas, para de este modo poder gozar de sus beneficios: y por esto procuran del modo más consciente posible, hacer imposible la guerra. Para esto es preciso, en pnmer término, debilitar y cercenar las distintas tendencias políticas particulares, creando agrupaciones que se equilibren y aseguren el buen éxito de una acción bélica, para hacer de este modo altamente improbable la guerra; por otra parte, tratan de sustraer la decisión de la paz y de la guerra a los poderes políticos, para dejarla entregada al egoísmo de las masas o de sus representantes, por lo que a su vez tienen necesidad de ir sofocando paulatinamente los instintos monárquicos de los pueblos. Para estos fines, utilizan la concepción liberal-optimista hoy tan extendida dondequiera que tiene sus raíces en el enciclopedismo francés y en la Revolución francesa, es decir, en una filosofía completamente antigermana, netamente latina, vulgar y desprovista de toda metafísica. Yo no puedo menos de ver. en el actual movimiento dominante de las nacionalidades, y ai la coetánea difusión del sufragio universal, los efectos predominantes del miedo a la guerra; y en el fondo de estos movimientos, los verdaderos medrosos, esos solitarios del dinero, hombres internacionales, sin patria, que dada su natural carencia de instinto estatal han aprendido a utilizar la política como instrumento bursátil, y el Estado y la sociedad como aparato de enriquecimiento. Contra los que de este lado quieren convertir la tendencia estatal, en tendencia económica, sólo hay un medio de defensa: la guerra y cien veces la guerra. En estos conflictos se pone de mam fiesto que el Estado no ha nacido por el miedo a la guerra y como una institución protectora de intereses individuales egoístas, sino que inspirado en el amor de la patna y del príncipe, constituye, por su naturaleza eminentemente ética, la aspiración hacia los más altos ideales. Si por consiguiente, señalo como peligro característico de la política actual el empleo de la idea revolucionaria al servicio de una aristocracia del dinero egoísta y sin sentimiento del Estado, y la enorme difusión del optimismo liberal igualmente como resultado de la concentración en algunas manos de la economía moderna y todos los males del actual estado de cosas, juntamente con la necesaria decadencia del arte, nacidas de aquellas raíces o creciendo con ellas, he de verme obligado a entonar el correspondiente Pean ai honor de la guerra. Su arco sibilante resuena temblé, y aunque aparezca como la noche, es, sin embargo, Apolo, el dios consagrador y purificador del Estado. Pero primero, como sucede al principio de la Diada, ensaya sus flechas disparando sobre los mulos y los perros. Luego derriba a los hombres, y de pronto las hogueras elevan su llama al cielo repletas de cadáveres. Por consiguiente, debemos confesar que la guara es para el Estado una necesidad tan apremiante como la esclavitud para la sociedad; y quién podría desconocer esta verdad al indagar la causa del incomparable florecimiento del arte griego o El que considere la guerra y su posibilidad uniformada. La profesión militar, respecto de la naturaleza del Estado, que acabamos de describir, debe llegar al convencimiento de que por ta guerra y en la profesión militar se nos da una imagen, o mejor dicho, un modelo del Estado. Aquí vemos, como efecto, el más general de la tendencia guerrera, una inmediata separación y desmembración de la masa caótica en castas militares, sobre la cual se eleva, en forma de pirámide, sobre una capa inmensa de hombres verdaderamente esclavizados, el edificio de la sociedad guerrera- El fin inconsciente que mueve a todos ellos los somete al yugo y engendra a la vez en las más heterogéneas naturalezas una especie de transformación química de sus cualidades singulares, hasta ponerlas en afinidad con dicho, en las castas superiores se observa ya algo más, a saber, aquello mismo que forma la médula de este proceso interior, la génesis del gano militar, en el cual hemos reconocido el verdadero creador del Estado en algunos Estados, por ejemplo, en la constitución que Licurgo dio a Esparta, podemos ya observar la aparición de esta idea fundamental, la génesis del genio militar.

sábado, 16 de febrero de 2013

Jean Dubuffet






Expériences Musicales / Musical Experiments 


Jean Dubuffet: "Experimentos musicales" forman un conjunto de 20 piezas, de las cuales 9 han sido elegidos para este disco.




1. La Fleur de barbe (Voix et instruments divers) - [23:46]
2. Temps Radieux (Flute, cithare, xylophone et piano) - [05:01]
3. Humeur Incertaine (Piano, orgue à bouche chinois, violons, flute, cello, viole) - [07:57]
4. Coq à l'oeil (Piano solo) - [06:27]
5. L'eau (Cymbalum, balafon, tambour de geisha) - [04:19]
6. Gai savoir (Piano, trompette, cello, tambour) - [03:37]
7. Longue peine (Papier froissé, 2 bassons, cello) - [11:09]
8. Terre foissonnante (Instruments divers) - [06:37]
9. Prospère, prolifère (Instruments divers) - [06:28] 


  Esta selección se hizo en relación con el "historical" el interés de ciertas obras (La fleur de barbe, 1st publicly performed piece - Gai savoir, 1st work using 2 tape recorders - Terre foisonnante, and Prospère, prolifère, his last musical works which were mixed in the recording studio) y con el objetivo de ofrecer al oyente con la gama más amplia posible de los diversos "instrumentos" que se utiliza.
A medida que los diferentes elementos que se combinan para componer estas obras fueron grabadas usando técnicas monofónicos, ellos fueron producidos en mono durante la vida de Dubuffet.

Tuvimos la suerte de poder utilizar las cintas maestras de Terre foisonnante and Prospère, prolifere, que se mezclaron en el estudio de grabación, y los elementos para la mezcla final fueron en dos pistas distintas y hemos decidido mantenerlos separados para que el oyente puede apreciar mejor el procedimiento empleado por el compositor.

Del mismo modo, no hemos tratado de forma artificial "mejorar" la calidad del sonido de estas grabaciones (añadiendo reverberación, por ejemplo) como Jean Dubuffet que era plenamente consciente de su propia (y su equipo) deficiencias técnicas, considerada la calidad imperfecto como aleatorio pero aspecto significativo del producto final. Es cierto que algunas de las terminaciones, especialmente, aparecerá en particular súbita. Para concluir estas consideraciones técnicas hay que señalar que una de las pistas en Terre foisonnante se desvanece antes de que termine, sino que continúa en mono y esto no es un signo de un defecto en el sistema de escucha.


MUSICAL EXPERIMENTS

Hacia fines de 1960, alrededor de la época de Navidad, mi amigo Asger Jorn, el pintor danés, me invitó a una ronda de improvisar música con él. Compré una grabadora Grundig TK35 para capturar el espíritu de nuestras reuniones y la primera grabación de nuestras recreaciones, hecho el 27 de diciembre tenía derecho nez cassé (nariz rota). Muchos más pronto iban a seguir como estaban tan cautivados por estos experimentos musicales que nuestras sesiones de improvisación eran muy frecuentes durante los meses siguientes. Asger Jorn a tenido un poco de experiencia con el violín y la trompeta, tuve una experiencia singular del piano que había hecho mucho uso de la en otros tiempos. Sin embargo, el tipo de música que teníamos en mente apenas requiere técnica virtuosa como teníamos la intención de utilizar nuestros instrumentos para obtener efectos no convencionales. Además de un piano bastante malo, empezamos con un violín, un violonchelo, una trompeta, una grabadora de una flauta al sur del Sahara, una guitarra y una pandereta. Poco a poco añade todo tipo de instrumentos, algunos de ellos fuera de fecha (la antigua flautas, una zanfona), algunos exóticos (de origen asiático, africano o Tzigane), algunos más comunes, tales como el oboe, fagot, saxofón , xilófono, cítara - y algunos de origen popular, como el Cabrette y la bombarda - básicamente, todo lo que hemos descubierto a medida que avanzábamos. El músico Alain Vian, que tiene una tienda rue Grégoire-de-Tours en París vendiendo instrumentos extraños y raros de colección, fue de gran ayuda, pues no sólo participó una vez o dos veces en nuestros conciertos pequeños, pero también se las arregló para encontrar, ya veces incluso hacer, los instrumentos adecuados para nosotros. 

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En ese momento, ni Asger Jorn ni yo estábamos au fait con la salida de los compositores contemporáneos y ni siquiera estaban familiarizados con los instigadores del serialismo, dodecafonismo, la música electrónica y la música concreta. En realidad sólo aprendí estos términos recientemente. Mi experiencia musical propio se limitó a estudio bastante superficial de la música clásica en el piano, que jugaba mucho cuando era niño y adolescente y abandonó cuando cerca de 20. Más tarde, cuando tenía 35 años, 1 tomó el acordeón y su música tradicional (con sólo un éxito moderado) y volvió al piano durante un año cuando tenía alrededor de 40 a reproducir música de Duke Ellington, intercalados con improvisaciones sobre el armonio. Siguió un período en el que desarrolló una antipatía violenta a la música europea y sólo disfrutamos escuchando a la música oriental y oriental (que había aficionado de la antigua durante mis viajes al Sahara).

En cuanto a la grabadora, yo era un novato. No fue hasta más tarde que me iba a darse cuenta de que mis grabaciones, hechas en equipos aficionados, dejaba mucho que desear en comparación con las llevadas a cabo por profesionales. Curiosamente, sin embargo no estoy convencido de que estos últimos son realmente superiores. Del mismo modo, a menudo prefieren las fotografías tomadas por amateurs mal equipadas que las de los especialistas. En mis relaciones posteriores con los técnicos, sentí que la desventaja de ciertos beneficios del cuidado que tomó en creación de su equipo, fue un efecto inhibidor, aunque las grabaciones resultantes eran muy limpias y libres de defectos y el hipo, que no estabas t necesariamente más evocador. Creo que todos los ámbitos de las artes podría beneficiarse del uso de técnicas más sencillas. También creo en ponerse manos a lo básico, yo estoy a favor de encantos robustos y no afectados en lugar de lujos y furbelows. Hay otra razón más importante para mi actitud. Consideramos que una buena grabación ofrecen un sonido preciso y distinto, que parece venir de una fuente cercana, en nuestra vida cotidiana, sin embargo, nuestra audiencia es sometida a todo tipo de otros sonidos que, más a menudo, no están claras confusa, lejos de puro, distante y sólo audible parcialmente. Para ellos ignoran es dar a luz a una forma de arte engañoso, ocupan exclusivamente de un solo tipo de sonidos que, cuando se llega a esto, son bastante comunes en la vida cotidiana. Yo tenía el propósito de producir música basada no en una selección de sonidos, pero los sonidos que se pueden escuchar en cualquier lugar en cualquier día y en especial las que se escucha sin ser realmente conscientes de ellos. Mi equipo rudimentario se adaptaba mejor a esto que las máquinas más sofisticadas. Después de haber decidido recoger y utilizar cualquier tipo de sonidos me encontré, a veces los sonidos inesperados que en I, grabadora reproducirá me fueron al menos tan interesante (ya veces más) que los que yo había pensado en realidad para grabar. Cuando las sorpresas estuvieron en mi opinión poco interesante, les contagió, pero a veces eran increíblemente bueno. Yo transformé una habitación en mi casa en un taller de música y en los períodos comprendidos entre nuestras reuniones con Asger Jorn me convertí en un hombre-orquesta, tocando cada uno de mis cincuenta y tantos instrumentos a su vez. Gracias a mi grabadora tuve la oportunidad de jugar cada parte sucesiva en la misma cinta y tener la máquina de nuevo todo el juego al mismo tiempo. Fui al respecto, paso a paso, la grabación sobre las secciones defectuosas y el uso de tijeras y cinta adhesiva para cortar, unir y poner todo junto Dicho método implica mucho ensayo y error: ya que era imposible oír lo que ya había grabado cuando jugando un papel nuevo, era muy difícil para sincronizar y, tratando de conseguir exactamente lo que yo quería, tuve que empezar de nuevo una y otra vez. Sin embargo, el hecho de que era tan difícil de mantener las cosas bajo control y que yo tenía que confiar en la suerte hizo que los riesgos de fracaso fue compensado por la posibilidad de sorpresas inesperadas. Más tarde añadió una segunda grabadora que me permitió transferir material de una máquina a la otra, para jugar mientras se escucha a lo que ya había sido grabada y realizar cambios, tantas como me gustaba sin echar a perder el registro inicial, cuando los nuevos elementos fueron decepcionantes .

La primera cinta producida en estas circunstancias es bastante inusual, ya que es un poema, La flor de barbe, que se declamaba, cantaba y cantaba vagamente por varias voces mezcladas (que son todos en el mío hecho) con acompañamiento instrumental ocasional. Las grabaciones posteriores son el resultado de dos enfoques diferentes que Dudé entre y que son probablemente ambos aparente en al menos algunas piezas. El primero fue un intento de producir música con un toque muy humano, en otras palabras, que expresan estados de ánimo de las personas y de sus unidades, así como los sonidos, la algarabía general y el telón de fondo sonoro de nuestra vida cotidiana, los ruidos a los que estamos tan estrecha y, aunque no se den cuenta, probablemente se ganó a nosotros y que nos veríamos en aprietos para prescindir. Hay una ósmosis entre esta música permanente que nos lleva a lo largo de la música y nos expresamos, sino que van juntos para formar la música específica que puede ser considerado como un ser humano. En el fondo me gusta pensar de esta música como la música que hacemos, en contraste con otra música muy diferente, lo que estimula en gran medida mis pensamientos y lo que yo llamo música que escuchamos. Este último es completamente ajeno a nosotros y nuestras tendencias naturales, no es humano en absoluto y podría llevarnos a escuchar (o imaginar) sonidos que serían producidos por los elementos propios, independiente de la intervención humana. Serían tan extraño como lo que podríamos saber si tuviéramos que poner el oído en alguna abertura hacia un mundo que no sea la nuestra o si nos íbamos a desarrollar pronto una nueva forma de escuchar con el que llegaría a ser consciente de un extraño tumulto que nuestros sentidos no había podido recoger y que pueden provenir de elementos que supuestamente participaron en la acción silenciosa, como humus en descomposición, hierba que crece o minerales en proceso de transformación. Debo señalar que en ambos tipos de música e incluso cuando yo les funden en uno y el mismo (no importa si esto parece ilógico), existe una clara preferencia por los sonidos muy compuestos que parecen estar formadas por un gran número de voces que llaman a la mente murmullos lejanos, comunidades, bullicio y colmenas de actividad. También tengo una preferencia por la música, sin variaciones y no estructurados de acuerdo a un sistema en particular, pero que no cambia, casi sin forma, como si las piezas no tenía principio ni fin, pero se extrae simplemente tomado al azar a partir de una puntuación incesante fluir de los siglos. Debo admitir que me parece esta idea muy agradable.

Estoy, sin embargo consciente de la brecha entre mis intenciones y los resultados reales. Los experimentos que están disponibles en la colección de registros pequeño debe ser considerado como contornos de un programa que, si llegara a ser finalizado, requeriría una gran cantidad de mejoras tales como las técnicas de grabación y mejor uso de cada uno de los instrumentos. También podría ser necesario modificar los instrumentos o hacer otras mejor adaptadas.

Mientras tanto, todavía hay mucho espacio para experimentar con lo que ya se encuentra disponible. Con un poco de un instrumento se encuentra con que se puede obtener una gran variedad de efectos de sonido que puede que no sea digno de mirar a los demás. Técnica instrumental y un conocimiento profundo de cómo obtener el máximo provecho de los instrumentos están claramente brilla por su ausencia, soy muy consciente de que serían de gran utilidad para mí.

Podría ser, sin embargo, que esto daría lugar a la pérdida del beneficio de ciertas ganancias inesperadas inesperadas que pueden surgir de la improvisación en un solo instrumento en realidad no se sabe cómo utilizar. Una vez dicho esto, los temas incluidos en este disco no fueron concebidas como obras acabadas, sino como los experimentos iniciales de alguien aventurarse en lo que es para él, territorio en gran parte desconocido. Me gustaría mucho que los músicos esperan aceptar que tratarlos como tales.

Jean Dubuffet, (abril 1961)

sábado, 9 de febrero de 2013

Edward Pritchett

Clasicismo Victoriano

 Edward Pritchett: (fl. 1828 a 1864) fue un pintor Inglés del siglo XIX y hombre de misterio.


Nada se sabe de la vida de Pritchett, sino que ha sido adecuadamente descrito como difícil de alcanzar.

 

 

Él pudo haber vivido hasta 1879. Pritchett pasado más de tres décadas viviendo y trabajando en Venecia, produciendo admirables vistas de la ciudad, que era uno de un grupo de artistas ingleses que producen registros notables de las escenas del norte de Italia, un grupo que incluía a John Wharlton Bunney, James Holland, los hermanos-en-ley Luke Fildes y Woods Henry, y, en una generación más tarde, William Logsdail.



jueves, 7 de febrero de 2013

Obscure Nº 4

New and Rediscovered Musical Instruments


Max Eastley ~ David Toop (1975) 


1- Max Eastley: Hydrophone
2- Max Eastley: Metallophone
3- Max Eastley: The centriphone
4- Max Eastley: Elastic aerophone-Centriphone
5- David Toop: Do the bathosphere

Artista intérprete [The Cetaceans] – Brian Eno, Chris Munro, Phil Jones voz [Solo] – David Toop
6- David Toop: The divination of the bowhead whale
 Bajo [preparado contrabajo] – Brian Eno
Campanas [descanso japonés 3] – Frank Perry
Violín de tambores [3 Bass], Percussion [camión grande Hub], [String 2] – Paul Burwell Guitarra [preparado eléctrica], artista intérprete o ejecutante [arqueada cordófono] – David Toop Harp [parrilla] – Hugh Davies

7- David Toop: The chairs story

Voz [Solo], flauta, artista intérprete o ejecutante [agua] – David Toop

miércoles, 6 de febrero de 2013

Nuevo orden interior y control social

Michel Foucault

Intervención en la Universidad de Vincennes publicada en El Viejo Topo, extra núm. 7 sobre el "control social", 1978, (págs. 5-7).


Voy a ser muy breve porque creo que es necesario pasar inmediatamente a la discusión y a tratar cuestiones concretas. Es verdad que cuando se oye el término "orden interior" no se tienen ganas de añadirle ningún nuevo epíteto puesto que, después de todo, el orden interior es una consigna, un objetivo, una estrategia que caracteriza a la mayoría de los Estados modernos, de los antiguos Estados y, finalmente, de todo Estado. Creo que existe una cierta pereza teórica, política, o si asilo prefieren, una cierta pereza moral, que es la peor, cuando se dice que es siempre igual, que el orden de hoy es igual que el orden de ayer y que la mejor manera de desautorizar el orden de hoy, o de denunciarlo, es demostrando que este orden actual es semejante al precedente. Sin embargo, creo que es muy importante para nuestra vida, para nuestra existencia y para nuestra individualidad —en función de lo que queramos hacer—, saber en qué aspectos este orden que vemos instalarse actualmente es realmente un orden nuevo, cuáles son sus especificidades y qué lo diferencia de lo que podía ser el orden en los regímenes precedentes.

Creo que los próximos años, que pueden ser bastantes decenas o, incluso, medio siglo, van a estar caracterizados por lo que se llámala "
escasez de energía" o por el hecho de que esta energía —que no escasea realmente tanto como se dice por ahí— va a ser una energía cara. Los países occidentales, puesto que somos occidentales y hablamos y reaccionamos como tales, han vivido hasta ahora sobre la base de un saqueo energético realizado sobre el resto del mundo, gracias a lo cual hemos podido asegurar nuestro crecimiento económico, nuestro bienestar y, también, el sistema político en el que hemos vivido. Ahora bien eso se acabó, para no volver nunca jamás. (Interpelaciones y aplausos entre el público). Creo, de todas formas, que hay una cosa muy cierta, y es que tal como ha funcionado el Estado hasta ahora, es un Estado que no tiene ya posibilidades ni se siente capaz de gestionar, dominar y controlar toda la serie de problemas, de conflictos, de luchas, tanto de orden económico como social, a las que pueden conducir esta situación de energía cara. Dicho de otro modo: hasta ahora el Estado ha funcionado como una especie de Estado-Providencia y, en la situación económica actual, ya no puede serlo. Además en el curso de los próximos años se van a presentar dos posibilidades: la fascista, "stricto sensu" aunque no creo que sea esta la que nos amenace sino la segunda. Yo llamo posibilidad fascista a lo que sucede en un país en que el aparato de Estado no puede ya asegurar el cumplimiento de sus funciones más que a condición de dotarse a sí mismo de un partido potente, omnipresente, por encima de las leyes y fuera del derecho, y que hace reinar el terror al lado del Estado, en sus mallas y en el propio aparato del Estado. No creo que en Francia, al menos por el momento, nos amenace esta solución de complementariedad de la potencia del Estado y de la omnipresencia del partido. La estrategia hacia la cual nos orientamos —con todos los cambios e involuciones posibles— es más bien la segunda solución. 

La solución que es más sofisticada, se presenta a primera vista como una especie de "desinversión", como si el Estado se desinteresase de un cierto número de cosas, de problemas y de pequeños detalles hacia los cuales había hasta ahora considerado necesario dedicar una atención particular. Dicho con otras palabras: creo que actualmente el Estado se halla ante una situación tal que no puede ya permitirse ni económica ni socialmente, el lujo de ejercer un poder omnipresente, puntilloso y costoso. Está obligado a economizar su propio ejercicio del poder. Y esta economía va a traducirse, justamente, en ese cambio del estilo y de la forma del orden interior. En el siglo XIX —y aún en el XX—, el orden interior era proyectado, programado como una especie de disciplina exhaustiva, ejerciéndose de forma constante e ilimitada sobre todos y cada uno de los individuos. Creo que hoy, el nuevo orden interior obedece a una nueva economía. ¿Cuál es su característica? En primer lugar el mareaje, la localización de un cierto número de zonas que podemos llamar "zonas vulnerables", en las que el Estado no quiere que suceda absolutamente nada. En la práctica, cuando vemos lo que se ha dado en llamar terrorismo en un país como Francia o Alemania Federal, se trata justamente de un comportamiento situado en esa zona de peligrosidad, de extrema vulnerabilidad, donde se ha decidido que no se cederá en absoluto, y donde las penas son mucho más numerosas, más fuertes, más intensas, más despiadadas, etc. Así pues, el primer aspecto de esta nueva economía es la localización de estas zonas vulnerables. El segundo aspecto —ciertamente interrelacionado con el primero, —es una especie de tolerancia: la puntillosidad policíaca, los controles cotidianos —bastante torpes— van a relajarse puesto que, finalmente, es mucho más fácil dejar en la sociedad un cierto porcentaje de delincuencia, de ilegalidad, de irregularidad: estos márgenes de tolerancia adquieren así, un carácter regulador. El tercer aspecto de este nuevo orden interior —y que es la condición para que pueda funcionar en esas zonas vulnerables de forma precisa e intensa, y pudiendo controlar desde lejos dichos márgenes— es un sistema de información general. Ese mismo del que os hablaba hace un momento Louis Joanet. Es necesario un sistema de información que no tenga fundamentalmente como objetivo la vigilancia de cada individuo, sino, más bien, la posibilidad de intervenir en cualquier momento justamente allí donde haya creación o constitución de un peligro, allí donde aparezca algo absolutamente intolerable para el poder. Esto conduce a la necesidad de extender por toda la sociedad, y a través de ella misma un sistema de información que, en cierta forma, es virtual, que no será actualizado y que no servirá efectivamente, que no tomará ciertas circunstancias y momentos: es una especie de movilización permanente de los conocimientos del Estado sobre los individuos. Finalmente, el cuarto aspecto para que este nuevo orden interior funcione, es la constitución de un consenso que pasa, evidentemente, por toda esa serie de controles, coerciones e incitaciones que se realizan a través de los mass media y que, en cierta forma, y sin que el poder tenga que intervenir por sí mismo, sin que tenga que pagar el costo muy elevado a veces de un ejercicio del poder, va a significar una cierta regulación espontánea que va a hacer que el orden social se autoengendre, se perpetúe, se autocontrole a través de sus propios agentes de forma tal que el poder, ante una situación regularizada por sí misma, tendrá la posibilidad de intervenir lo menos posible y de la forma más discreta, incumpliendo a los propios interlocutores económicos y sociales el resolver los conflictos y las contradicciones, las hostilidades y las luchas que la situación económica provoque, bajo el control de un Estado que aparecerá, a la vez, desentendido y condescendiente. Y es mediante esta especie de aparente repliegue del poder, y para que no recaigan sobre él las responsabilidades de los conflictos económicos —resolviéndose éstos entre los propios interlocutores—, como van a aplicarse los medios necesarios para que reine el orden interior sobre una base muy diferente de la que hemos visto funcionar cuando el Estado podía permitirse el lujo de ser, a la vez, un Estado-Providencia y un Estado omnivigilante.


Todo ésto no es más que un vago esquema, no tanto de explicación, sino de exposición de estos fenómenos sobre los que tal vez podríamos ahora discutir con mayor precisión.



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