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viernes, 21 de noviembre de 2014

Últimas cartas desde la locura

 Vincent Van Gogh

Es un viaje por las misivas  que durante los años 1888-89, le dirigió Vincent Van Gogh a su hermano Theo, de todos es conocida la atormentada psique del artista y la relación estrecha que tenía con su hermano, descendientes ambos de una familia de triunfadores mercaderes de arte..



 Arles: octubre de 1888 a Mayo de 1889.

jueves, 27 de junio de 2013

Van Gogh: el suicidado por la sociedad

Antonin Artaud

Antonin Artaud, poco antes de morir, pudo realizar la obra hiperlucida, la obra maestra indiscutible que es su "Van Gogh."


El grito de Artaud -como el de Edvard Munch- surge de las "cavernas del ser." La juventud reconocera para siempre como suya esta oriflama calcinada.  
Andre Breton

sábado, 20 de octubre de 2007

Amsterdam, 3 de abril de 1878

He seguido reflexionando sobre el tema de nuestra conversación e involuntariamente he pensado en las palabras «somos lo que éramos ayer». Esto no significa que se deba marcar el paso y no tratar de desarrollarse, al contrario, hay una razón imperiosa para hacerlo y encontrarlo.
Pero para seguir fiel a esa palabra, no se puede retroceder, y cuando se ha empezado a considerar las cosas con una mirada libre y confiada no se puede volver atrás ni claudicar.
Los que decían: «Somos lo que éramos ayer», eran «hombres honrados», lo que resulta claramente de la constitución que han redactado, que subsistirá en todo tiempo y de la cual se ha podido decir que había sido escrita «con el rayo de lo alto» y «un dedo de fuego». Es bueno ser «hombre honrado» y tratar de serlo más y más, y se obra bien cuando se cree que es preciso, para ello, ser «hombre interior y espiritual».
Si se tuviera la convicción de pertenecer a esta categoría, se avanzaría por el camino con calma y confianza, sin dudar del buen resultado final. Había un hombre que un día entró en una iglesia y preguntó: «Es posible que mi fervor me haya engañado, que haya tomado el mal camino y que siga mal, ¡ay de mí! Si me librara de esta incertidumbre y si pudiera tener la firme convicción de que terminaré por tener éxito y vencer». Y una voz entonces le contesta: «Y si tuvieras la certidumbre, ¿qué harías? Haz como si estuvieras seguro y no serás confundido.» El hombre entonces continuó su camino, ya no incrédulo sino creyente, y continuó la obra sin dudar ni vacilar más. Por lo que respecta a ser «hombre interior y espiritual», ¿no se podría desarrollar este estado en uno mismo por el conocimiento de la historia en general y de personalidades determinadas de todos los tiempos en particular, desde la historia sagrada hasta la de la Revolución, y de la Odisea hasta los libros de Dickens y Michelet? ¿Y no se podría sacar alguna enseñanza de la obra de hombres como Rembrandt o de las Malas hierbas de Breton, o Las horas de la jornada de Millet, o la Benedicite de De Groux o Brion o El recluta de De Groux (o si no de Conscience) o los Grandes robles de Dupré, o los molinos y las llanuras de arena de Michel?
Hemos hablado mucho de lo que es nuestro deber y cómo podríamos llegar a algo bueno, y hemos llegado a la conclusión de que nuestro fin en primer término debe ser el de hallar un lugar determinado y un oficio al cual podamos consagrarnos enteramente.
Y creo que estábamos igualmente de acuerdo sobre este punto, que hay, sobre todo, que encarar el fin y que una victoria lograda después de toda una vida de trabajos y esfuerzos, vale más que una victoria lograda más temprano.


El que vive sinceramente y encuentra penas verdaderas y desilusiones, que no se deja abatir por ellas, vale más que el que tiene siempre el viento de popa y que sólo conoce una prosperidad relativa. Porque en quienes se comprueba de la manera más visible un valor superior, son aquellos a quienes se aplican las palabras: «Trabajadores, vuestra vida es triste; trabajadores, vosotros sufrís en la vida; trabajadores, vosotros sois felices », son aquéllos que llevan los estigmas de «toda una vida de lucha y de trabajos sostenida sin doblegarse jamás». Es necesario hacer esfuerzos para semejarse a ellos.
Avanzamos entonces camino indeffesi favente Deo. En lo que me concierne, debo tornarme un buen predicador, que tenga algo bueno que decir y que pueda ser útil al mundo, y tal vez me convendría conocer un período de preparación relativamente largo que quedara sólidamente confirmado en una firme convicción antes de ser llamado a hablar a otros... Desde el momento en que nos esforzamos en vivir sinceramente, todo será para buen fin, hasta si debemos inevitablemente tener penas sinceras y verdaderas desilusiones; cometeremos también gruesas faltas y haremos malas acciones, pero es verdad que es preferible tener el espíritu ardiente, aunque se deban cometer más faltas, que ser mezquino y demasiado prudente. Es bueno amar tanto como se pueda, porque ahí radica la verdadera fuerza, y el que mucho ama realiza grandes cosas y se siente capaz, y lo que se hace por amor está bien hecho. Cuando quedamos impresionados por uno u otro libro, por ejemplo, tomando al azar: La golondrina, La alondra, El ruiseñor, Las aspiraciones del otoño, Veo desde aquí una señora, Amaba esta pequeña ciudad singular, de Michelet, es porque estos libros han sido escritos con el corazón, en la simplicidad y pobreza del espíritu. Si se tuvieran que pronunciar algunas palabras pero con un sentido, sería mejor que pronunciar muchas que no serán más que sonidos huecos y no costaría nada pronunciarlas por la escasa utilidad que tendrían.
Si se continúa amando sinceramente lo que es en verdad digno de amor y no se derrocha el amor en cosas insignificantes y nulas e insípidas, se logrará, poco a poco, más luz y se llegará a ser más fuerte. Cuanto más rápido trata de distinguirse uno en el dominio de alguna actividad y en algún oficio, y se adopta una manera de pensar y de obrar relativamente independiente, y más se sujeta a reglas fijas, más firme se hará el carácter y no habrá por ello que sentirse disminuido.
Hacer esto es de sabios, porque la vida es corta y el tiempo pasa ligero; si nos perfeccionamos en una sola cosa y la comprendemos bien, adquirimos por añadidura la comprensión y el conocimiento de muchas otras cosas.
A veces conviene ir hacia el mundo y frecuentar los hombres pues uno se siente allí obligado y llamado, pero el que prefiere permanecer solo y tranquilamente en la obra y sólo quisiera tener muy pocos amigos, es el que circula con más seguridad entre los hombres y en el mundo. No hay que fiarse jamás al hecho de no tener dificultades y preocupaciones y obstáculos de ninguna naturaleza, pero no hay que hacerse la vida demasiado fácil. Y hasta en los ambientes cultivados y en las mejores sociedades y en las circunstancias más favorables, hay que conservar algo del carácter original de un Robinson Crusoe o de un hombre de la naturaleza, jamás dejar apagar el fuego de su alma, sino avivarlo. Y el que continúa guardando la pobreza para sí y la ama, posee un gran tesoro y oirá siempre con claridad la voz de su conciencia; el que escucha y sigue esta voz interior, que es el mejor don de Dios, concluirá por encontrar en ella un amigo y no estará jamás solo...
Que esté allí nuestro destino, muchacho, que tu camino sea próspero y que Dios esté contigo en todas las cosas y te haga triunfar, es lo que te desea con un cordial apretón de manos en tu partida, tu hermano que te quiere


Vincent

Cartas a Théo: « El 29 de julio de 1890, en un campo de trigo de Auvers sur Oise, Van Gogh se disparó un tiro en el pecho; en uno de los bolsillos del cadáver figuraba, incompleta, la última carta a su hermano Théo. Las cartas de Vincent a Théo, escritas con asiduidad a lo largo de veinte años, constituyen simultáneamente una autobiografía y una confesión de estética. »

viernes, 15 de junio de 2007

Van Gogh - Los últimos paisajes

Museo Thyssen Bournemisza - 12 de Junio / 16 de Septiembre
Vincent Van Gogh
"Dos figuras en el bosque" (1890) - ["Undergrowth with Two Figures"]
Óleo sobre lienzo - [Oil on canvas]
50 X 100 cm
Cincinnati Art Museum
Legado de Mary E. Johnston - [ Bequest of Mary E. Johnston]

20 de mayo de 1890, Vincent van Gogh se bajó del tren en Auvers-sur-Oise, un pueblo a treinta y cinco kilómetros de París. Recién salido del manicomio de Saint-Rémy, llegaba a Auvers en busca de salud y de calma, con la esperanza de comenzar una nueva vida y un nuevo ciclo en su trabajo como pintor. Pero sólo dos meses después, el 27 de julio, en los campos cercanos al château de Léry, se disparó un tiro de revólver que le causaría la muerte, tras una larga agonía, en la madrugada del 29 de julio.


La época en que Vincent se encontraba internado en Saint-Rémy, Theo había estado buscando un lugar tranquilo en el campo pero no muy lejos de París, donde su hermano pudiera llevar una vida independiente pero sometido a la vigilancia amistosa de alguien de confianza. Fue el pintor Camille Pissarro quien sugirió el nombre de Paul-Ferdinand Gachet, médico y artista aficionado, viejo amigo de algunos pintores impresionistas, como el propio Pissarro, Cézanne y otros. Gachet vivía en Auvers-sur-Oise, a una hora en tren de la capital.

La etapa de Auvers fue breve pero increíblemente fecunda: en sólo setenta días Van Gogh produjo más de setenta cuadros y una treintena de dibujos. Ese ritmo frenético sugiere un combate furioso contra el tiempo, como si el artista presintiera que tenía los días contados. Antes de llegar a Auvers, Vincent había pasado tres días en París, en casa de su hermano, donde pudo contemplar sus cuadros, que cubrían literalmente las paredes del apartamento y se acumulaban incluso debajo de la cama, el sofá y los armarios. La experiencia de ver por primera vez toda su obra reunida afectó profundamente al pintor y determinaría su trabajo en las semanas siguientes, las últimas de su vida, que serían una recapitulación, una suerte de epílogo al conjunto de su carrera.


jueves, 7 de diciembre de 2006

Tributo a Vincent Van Gogh


a un gran maestro..

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Cartas a Theo

"Además, como tú bien sabes, a mí me encanta Arles, mientras que a Gauguin le parece la ciudad más sucia de todo el sur. He encontrado tanta amistad aquí entre los vecinos, entre la gente del hospital, que realmente preferiría estar siempre enfermo aquí a tener que olvidar la hospitalidad de esta gente, por muchos prejuicios que puedan tener sobre la pintura y sus pintores".
Febrero de 1889
- "En estos días, trasladando mis muebles, embalando las telas que voy a expedir, estaba triste. Pero lo que me parecía sobre todo triste es que todo esto me lo hubiera dado tu amistad fraternal y que todos estos años solo gracias a esta amistad tuya yo hubiera podido sostenerme: me resulta difícil expresarte lo que sentía. La bondad que has mostrado hacia mí no se ha perdido, pues tú la has mostrado y ahí queda, aunque los resultados materiales fueran nulos, ahí queda con más razón incluso… Hoy considero más grande que nunca tu bondad hacia mí. No puedo decir cómo lo siento, pero te aseguro que esta bondad ha creado un halo bueno y si no ves los resultados, querido hermano, no te disgustes, porque tu bondad permanecerá en mí".
1 de abril de 1889
- "El otro día volvía a escribirle a nuestra hermana diciéndole que durante toda mi vida, o casi, he buscado cualquier cosa menos acabar como mártir, cosa para la cual no doy la talla".
3 de mayo de 1889
- "Estoy (prendido del mal) en la vida; mi estado mental es y ha sido demasiado “abstracto”, hasta el punto de que independientemente de lo que se haga por mí yo no puedo volver a darle un equilibrio a mi vida. Me siento tranquilo cuando puedo seguir una regla, como aquí en el hospital".
30 de abril de 1889
- "No soy un admirador del Cristo en el huerto de los olivos de Gauguin, del que me ha mandado un boceto. Del de Bernard no sé, pero él me ha prometido una fotografía, sin embargo temo que estas composiciones bíblicas me harán desear otras cosas. En estos días he visto mujeres recogiendo aceitunas: no hay ninguna posibilidad de que hagan de modelo, no he hecho nada. Pero me he preguntado si era buena la composición de Gauguin; en cuanto al amigo Bernard, probablemente no ha visto jamás un olivo. El renuncia a hacerse una mínima idea de la realidad de las cosas, y éste no es el medio para llegar a una síntesis. No, no me mezclaré nunca con sus composiciones bíblicas".
Noviembre de 1889
- "Bernard me ha mandado las fotos de sus telas: lo que tienen es que son una especie de sueños y pesadillas".
Sin fecha (1889)
- "Estoy luchando con un cuadro que empecé unos días antes de mi recaída, un segador, el estudio es amarillo, terriblemente empastado, pero el motivo era bello y sencillo. Y entonces vi en este segador –vaga figura que lucha contra el demonio bajo el sol para terminar su trabajo–, vi en él la imagen de la muerte, es decir, que la humanidad sería el trigo que se siega. Es pues, si se quiere, la antítesis de aquel sembrador que había pintado. Pero en esta muerte no hay nada triste, todas las cosas suceden a la luz de un sol que lo inunda todo con una luz de oro fino".
Septiembre de 1889