martes, 28 de junio de 2011

Territorios del Arte Contemporáneo # 18

Constructivismo



..un recorrido sonoro a través de los Territorios del Arte Constructivista. Comience este viaje con nosotros a través de la obra de Alexander Rodchenko: artista que propone el “fin de la pintura”, el punto final del “arte por el arte” como producción de una obra “inútil”; lo cual queda plasmado en lo que él llama El último cuadro, con el cual abandona la pintura de caballete pues el arte debe implicarse en la construcción de lo real..


miércoles, 22 de junio de 2011

Evolving














Evolving - (Evolucionar) está relacionado a la belleza de Darwin, como es el funcionalismo o la eficiencia de llevar a cabo tareas por variación calculada que es esencial antes que la belleza eterna clásica de antiguo mundo, que fue válido hasta la invención del cálculo de Newton. 

martes, 21 de junio de 2011

Pierre Louÿs

Afrodita

Era alto, delgado, enfermizo. Moralmente bueno, sencillo, generoso, impresionable, altivamente desprendido, piadoso, apasionado. Amaba la música y la pintura, idolatraba la poesía y era diestro en todas estas artes. Su norte fue siempre la Belleza. Suavemente epicúreo, en el buen sentido de esta palabra, supo unir los goces físicos y los espirituales en purísimo lazo. («La sensualidad —decía— es la condición misteriosa y creadora del desenvolvimiento intelectual.») En su alma grande de artista, el idealismo y el sensualismo mezclados, abrieron la flor de un misticismo tanto más ardiente cuanto más humano. Vivir para escribir, realizar siempre la Belleza, tomarla como guía y como fin, rendirla culto apasionado, ser su sacerdote, pensar, ver, contemplar, amar cuanto era digno de ser amado, hasta el lirismo: tal fue su ideal, su sueño constante. Sintiendo y queriendo así, se comprende que el mundo moderno, feo, bárbaro y antiespiritual que le hastiaba, llegase a repugnarle. Su espíritu infinitamente elegante, profundamente helénico y al mismo tiempo hondamente cristiano en lo que esta palabra entraña de puro, sencillo, fraternal y humano, se caracterizaba, como él mismo hace notar, por la violencia de sus entusiasmos y la serenidad de sus contemplaciones.
Su obra, de un arte, una delicadeza y una pureza perfectas, salvo para los que de espíritu corrompido fingen una moralidad falsa ajena a todo espíritu artista, claro y honrado es, en casi su totalidad, un canto ardiente y entusiasta a la magnífica hermosura griega. Su libro más leído es «Afrodita». Son también bastante conocidos «La mujer y el pelele» (admirable evocación de costumbres españolas) y «Las aventuras del Rey Pausole». Tiene cuentos magníficos, entre ellos. «Una voluptuosidad nueva», y poesías delicadísimas. Pero su obra maestra es «Las canciones de Bilitis».
Cuando el tiempo depure las glorias literarias del pasado siglo y haga su revisión demoledora de los autores y de sus creaciones, «Bilitis» quedará como una de las gemas más puras de la brillante centuria.

Todo es en este libro tan poético y tan emotivo, que en verdad puede decirse de él que es una joya de las letras. La gracia sonriente y dulcísima de sus Bucólicas, el ardor apasionado y sombrío de sus Elegías y la viva y punzante agudeza de sus Epigramas tienen un sabor tan puro, tan helénico y tan delicioso, que es difícilmente superable.

¿Qué autores sobrevivirán? Muy contingente es el oficio de profeta, pero yo no dudo en serlo abogando por Pierre Louys y por estas Canciones.» Para que un poeta, o su obra, llegue a ser popular en su tiempo, es preciso, o que sea brillante, deslumbrador, de ésos que surgen con ímpetu irresistible como Zorrilla o como Víctor Hugo, o bien que acierte a ponerse al nivel del vulgo a fuerza de ramplonería, de vulgaridad, como Campoamor.
Sin embargo, estas admirables canciones no han sido aún suficientemente estimadas. Y es que. lo verdaderamente bueno, no suele ser en arte lo más fácilmente admirado, salvo por los espíritus selectos. Hombres tan ideológicamente distintos como Charles Maurras y Anatole France. decían de ellas lo siguiente, el primero no obstante sus ideas profundamente conservadoras y sus tendencias invariablemente católicas pero profesando siempre, como hombre de inteligencia honrada, el «Amicus Plato sed magís árnica veritas», a propósito de una crítica injusta aparecida en una revista ultraderechista: «Cuando una joya como ésta es tachada de inmoral, no se puede menos de pensar a qué grado de perversidad espiritual y de moral hipócrita pueden llegar ciertos hombres pretendiendo defender aquello que jamás es atacado por el verdadero arte» y Anatole France: «¿Qué quedará de la producción literaria de este. 


Por eso, estas Canciones no han sido, por fortuna, pasto de todos los espíritus. Son demasiado delicadas, demasiado emotivas, sobradamente perfectas para sentirse bien llegadas en todas las manos. A mí me recuerdan (bien que no coincidan sino en la altísima y delicada emoción artística que producen), otro libro extraordinario también, todo emotividad, todo poesía, todo belleza como ellas. Un libro que quedará como hito admirable que plantó su autor el pensil de la poesía, que acertó a cultivar un día. afortunado, y el de la posterior extravagancia: «Platero y yo
Ambos libros tienen, asimismo, un mérito común: el ser pruebas vivas y palpitantes de cómo la más pura poesía se ha manifestado muchas veces en prosa.

Pierre Louys dedicó «Bilitis» «respetuosamente a las jóvenes de la sociedad futura», con la esperanza de que gustasen más estas Canciones que sus contemporáneas. Estaba seguro de que el amor a la belleza pura iría aumentando al disminuir la necesidad de hipocresía. 
Lector infatigable, murió en París el año 1925.



* Palabras, a modo de prólogo, de la primera edición del año 1930.

J.B.B.

jueves, 16 de junio de 2011

Desterrando palabras...

...dicciones...


No es un adíos...




continuará...

martes, 7 de junio de 2011

Realidades alternas (2)

Las significaciones de la realidad


Los científicos sociales no están interesados en uno u otro dominio de la realidad. Les interesa la manera en que los sujetos organizan su experiencia total en un determinado momento y en una determinada situación.
Los físicos abordan la cuestión de las realidades alternas de modo muy diferente y hasta más modesto. Dividen el mundo en distintos "dominios" de estudio. Identifican dichos dominios con nombres tales como "mecánica", "termodinámica", "química", "geometría plana", "neurología", "psicología" y "sociología". En cada dominio de la experiencia que estudian, los físicos se hacen ciertas preguntas: "¿Cuáles son los fenómenos observables en este dominio?" "¿Qué clase de mediciones se pueden hacer aquí?" "¿Cuáles son las leyes relativas a los fenómenos observables en este dominio?" En las páginas siguientes nos ocuparemos de estas cuestiones desde un punto de vista más general. 

En los capítulos 3, 4, 5, 6 y 7 las trataremos con más detalles y con mayor "rigor científico".
En cada dominio, las entidades, sus propiedades observables y sus leyes son diferentes. Todas son compatibles, no contradictorias, pero son diferentes. Además cuando se franquean ciertas fronteras que separan grupos de dominios (o esferas), los fenómenos observables y las leyes relativas a ellos son verdaderamente muy diferentes, tan diferentes que para abordarlos un físico debe echar mano de lo que en rigor de verdad es una diferente construcción de la realidad. En los últimos capítulos dedicados al reduccionismo analizaremos minuciosamente este hecho. Los datos del físico correspondientes a ciertas esferas sólo pueden "explicarse" -hacerse legítimos- apelando al supuesto de que en esas esferas el universo debe entenderse de conformidad con una organización de la realidad muy particular.
Para ilustrar lo que estamos diciendo consideraremos esta cuestión: ¿Qué ocurre cuando de la esfera de las cosas que podemos ver y tocar pasamos a la esfera en la que las entidades son demasiado pequeñas para ser observadas o tocadas directamente o con instrumentos? Como en esta esfera las características visuales y táctiles ya no están presentes, los conceptos referentes a ellas no tienen sentido.
Tomemos una bola de billar azul y reduzcamos su tamaño a una milésima parte de sus dimensiones originales. La bola es ahora una mota en un rayo de sol, para decirlo en leguaje védico. Reduzcámosla ahora otro millón de veces. La bola queda ahora completamente fuera del dominio táctil y visual.

El color es causado por el reflejo de una particular longitud de onda de luz en el ámbito en que nuestros ojos son sensibles a ella. Nuestra encogida bola de billar es ahora más pequeña que esas longitudes de onda. No puede reflejar luz. ¿Cuál es entonces su color? No tiene ningún color. Ni siquiera puede hablarse de una ausencia de color. Sencillamente el término no tiene aplicación aquí, así como no cabe hablar de "sonoridad" en el caso de una nube o de "peso" en el caso de una longitud de tres metros.

También la contextura pierde su significación. ¿Cómo puede uno establecer si la "superficie" de nuestra microbola de billar es ahora "rugosa" o "lisa"? En verdad, ya ni siquiera estamos seguros de lo que queremos decir con esta pregunta puesto que tampoco estamos seguros de que la bola tenga una superficie. ¿Cómo podría asegurarlo uno? Ya no podemos ni ver ni tocar su superficie ni siquiera teóricamente. Y si nada podemos decir de su superficie, ¿qué diremos de su "forma"? Podremos decir lo que se nos antoje sobre su "forma", pero sencillamente no hay manera de establecer si estamos en lo cierto o estamos equivocados. (Si uno dice que la bola de billar «me ahora forma de empanada y otro dice que tiene la forma de una cinta, no tuvo modo de determinar cuál de los dos tiene razón.) El término "forma" ha perdido aquí su significación y relevancia; ya no se lo puede aplicar. La forma es una propiedad de la esfera visual y táctil y resulta inaplicable en esta esfera de onta en miniatura.


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Análogamente, el concepto de "tamaño" se hace cuestionable y azaroso en este nivel. Aquí ya no es perfectamente claro lo que queremos significar con él. No se puede preguntar "¿Qué tamaño tiene un electrón?". Es como si preguntáramos "¿Qué espesor tiene el Ecuador?" (Conocemos su longitud.) Esta es una situación en la que la respuesta a nuestra pregunta está parcialmente determinada por la estructura del experimento, así como las dimensiones de un cometa están parcialmente determinadas por su proximidad al sol (por más que su masa continúe siendo la misma) o bien como ocurre con el tamaño de un globo inflado que está parcialmente determinado por la presión del aire que lo rodea. En todo caso, el tamaño no es la característica esencialmente simple y estable que es en los niveles en los que podemos observar visualmente las cosas. Esto se debe en parte a que la "superficie" es un concepto visual que no tiene cabida aquí. No podemos describir la superficie de una partícula subatómica, no podemos siquiera decir qué posición ocupa la superficie (¿a qué distancia está la superficie del centro de un on si no podemos determinar su forma?). También el "movimiento"
se convierte en algo completamente diferente en estas esferas no visuales de lo que es en situaciones en las que nuestros ojos pueden servirnos. Aquí lo máximo a que podemos aspirar es hallar un signo de que un determinado on estuvo en un lugar y ahora está en otro, pero no podemos decir lo que ese on hizo en el ínterin. Por cierto que hay excepciones: el curso de una cámara de niebla siempre se asigna, sin dificultad conceptual, a la misma partícula.
Como, por lo que se sabe, una partícula subatómica dada puede no tener ninguna organización interna y como no podemos ver su superficie, no hay manera de distinguir una partícula de otra. En cuanto a la posición que ocupe, lo mejor que podemos hacer es expresarlo con las palabras del físico Arthur Eddington: "está como cubriendo toda una distribución de probabilidad".
Existe otro rasgo único que caracteriza a los miembros del microcosmo atómico y nuclear: las propiedades esenciales de esos miembros son precisamente las mismas. Todos los electrones, protones, neutrones —en verdad, todos los núcleos atómicos— tienen, según los experimentos, la misma masa yla misma carga que otros electrones, protones o neutrones. El error probable en sus valores es extremadamente pequeño. Esta es otra de las razones de que no se los distinga. En el macrocosmo nunca se encuentra semejante unicidad; nunca dos cuerpos de la naturaleza tienen precisamente la misma masa, el mismo tamaño o la misma forma... a menos que hayan sido hechos por el hombre. Este hecho que los físicos dan por descontado nunca suscitó una explicación de parte de los filósofos."
A menudo decimos que un electrón atómico está en cierta órbita pero esto no implica la característica visual de trasladarse de un punto a otro punto al seguir la órbita. Tampoco se trata de "saltar"de un estado orbital a otro en el sentido de hallarse el electrón en una situación intermedia al saltar. (En el capítulo 20 trataremos este tema.

En aquellas esferas de la experiencia en que las entidades son demasiado pequeñas para ser vistas o tocadas ni siquiera teóricamente, conceptos como tamaño, forma, superficie y movimiento cambian y hasta pierden la significación que tenían en la esfera visual y táctil. La
"localización" en estos niveles asume pues una nueva significación. Un on puede localizarse cuando acaba de estar en interacción con una entidad lo bastante grande para ser visualmente percibida. Un electrón da contra una pantalla de escintilación y vemos el destello. Podemos decir que el electrón estuvo en interacción con la pantalla entonces. En principio, es todo cuanto podemos decir. O, en el caso de una cámara de niebla podemos decir que se forma una línea de gotitas de agua. No vemos el electrón; lo que vemos es un instrumento mayor que fue afectado de una manera particular por un electrón un instante antes. ¿Dónde está ahora el electrón? Sólo podemos decir de nuevo "su localización está como cubriendo toda una distribución de probabilidad".
En la esfera de lo muy pequeño (el "microcosmo"), no podemos definir el tamaño, la forma, la identidad o la posición ocupada con el mismo sentido en que lo hacemos con las cosas que podemos ver. Por eso es razonable suponer que la manera en que las cosas obran entre sí será también diferente.

Si observamos la iteracción de dos bolas en una mesa de billar comprendemos la naturaleza de causa y efecto que propulsa una bola en una dirección y la otra en otra después de haber chocado. Sabemos de qué bola se trata, la distinguimos. Si tuviéramos bastantes conocimientos y fuéramos matemáticos podríamos predecir exactamente el curso de las bolas y las direcciones que tomarán, así como cuánto trecho recorrerán antes de detenerse. En rigor de verdad, eso es lo que hace un buen jugador de billar con pasmosa precisión.
Pero en la esfera de los onta, que no podemos observar permanentemente, sino en la que vemos ocasionalmente efectos de su presencia, en la que a menudo no tenemos manera de distinguir de qué electrón se trata después de haber entrado dos electrones en colisión, en la,que cuanto más exactamente podemos medir la posición de un on, menos seguros estamos sobre su cantidad de movimiento y viceversa, en la que no pueden aplicarse las características visuales, cabe esperar que los modos en que las entidades se afectan recíprocamente sean diferentes de los modos en que se afectan las bolas de billar. Como no podemos diferenciar un on de otro, no podemos predecir lo que hará un determinado on. Como los onta operan obedeciendo a una ley y no a un capricho, podemos empero predecir estadísticamente lo que harán.

Para aclararlo más consideremos el ejemplo siguiente: supongamos que yo soy un ingeniero que está a cargo de una gran cantidad de máquinas, todas ellas, por lo que yo sé, hechas en la misma fábrica en idénticas condiciones y con materiales idénticos. No puedo distinguir una de otra. No puedo decir cuál de ellas se deteriorará primero, ni qué parte de la máquina se descompondrá primero. Sin embargo, si he estudiado durante mucho tiempo ese tipo de máquinas y si en los libros del establecimiento están registrados los detalles de lo que ocurrió con anteriores máquinas, puedo predecir con gran exactitud cuántas de ellas quedarán fuera de funcionamiento después de transcurrido un determinado período y de qué maneras se deteriorarán. En el caso de estas máquinas imaginarias, ha cambiado la base de la predicción que antes era la relación causal y ahora es la base estadística. El mismo cambio se produce cuando de esferas en que podemos distinguir las cosas con los ojos pasamos a esferas en las que las entidades son demasiado pequeñas para ser vistas.
¿Qué quiere decir esto? Hay una manera de describir el modo en que opera la realidad, modo que tiene perfecto sentido cuando se trata de la esfera visual y táctil. Aquí entran en juego los caracteres que tienen las cosas, tales como forma, tamaño y color y el modo en que acaecen las cosas, es decir, cómo se mueven y entran en interacción las entidades. En este sistema el modo de ser de las cosas determina absolutamente cómo ellas serán posteriormente, y si poseemos suficientes conocimientos podemos hacer predicciones por completo exactas. Cuando se trata de la esfera sensorial, éste es el sistema "correcto" que hay que usar, éste es el sistema metafísico "adecuado", es la "verdadera" descripción de la realidad.

Pero cuando se trata del microcosmo, ese sistema ya no puede aplicarse, las entidades aquí tienen diferentes características, se mueven y obran recíprocamente de maneras muy diferentes. En esta esfera debemos valemos de una diferente descripción de la realidad a fin de tratar científicamente los datos. En el microcosmo el nuevo "sistema metafísico" es el
"correcto", él es la "verdadera" descripción de la realidad.

¿Cuál sistema es realmente el correcto? Esto depende de la esfera de que se trate. El supuesto de que sólo hay una definición "verdadera" de toda la realidad es anticuada. Como habremos de mostrarlo después, no hay contradicción entre diferentes sistemas válidos de explicación, entre diferentes realidades válidas que son empero profundamente diferentes.
Según la clase de mediciones que pueda hacerse en cada esfera, según el tipo de datos que surgen y según las leyes relativas a los fenómenos observables que deben introducirse para que los datos tengan sentido legítimo, el físico comprueba que debe emplear tres o cinco diferentes
"realidades" ("sistemas metafísicos", "construcciones alternas de la realidad") para explicar los datos. Decimos "tres o cinco" porque en realidad el físico usa tres, pero si extendiera algo más su método necesitaría por lo menos cinco construcciones de la realidad.

Dichas construcciones son:
1) La esfera visual y táctil, hasta los límites de la instrumentación. Esta esfera podría llamarse también "sensorial" o de "extensión media".
2) Esfera de cosas demasiado pequeñas para ser vistas o tocadas siquiera teóricamente: el microcosmo.
3) Esfera de cosas demasiado grandes o cosas que acaecen demasiado a prisa para ser vistas o tocadas, siquiera teóricamente: el macrocosmo.
Estas son las tres esferas a las que los físicos aplican su método. Pero hay por lo menos otras dos.a las que podrían aplicarlo:
4) Unidades de conducta con sentido de cosas vivas: es decir, unidades de conducta que están por encima del nivel de los reflejos. Esta es la esfera en que los organismos buscan alimentos, corren para escapar del peligro, se acoplan, etc. (En el capítulo 12 definimos más detalladamente esta esfera y la quinta.)
5) La experiencia interior del hombre, incluso la del propio físico.
En cada una de estas cinco esferas, si el físico formula sus preguntas (" ¿Qué clase de mediciones podemos hacer en esta esfera? ¿Cuáles son aquí los fenómenos observables? ¿Qué leyes podemos postular que relacionen esos fenómenos observables entre sí?"), obtiene respuestas muy diferentes. Como ya se indicó, en la esfera visual y táctil un físico puede llevar a cabo mediciones cuantitativas, ver claramente relaciones de causa y efecto, observar que la condición actual —el "estado del sistema"- inexorablemente conduce al siguiente estado y puede usar modelos mecánicos. En el microcosmo puede realizar mediciones cuantitativas pero no puede observar relaciones de causa y efecto en el sentido habitual —es decir, con miras a predecir sucesos- ni puede usar modelos mecánicos. Si el físico extendiera su método al dominio de la experiencia interior comprobaría que no puede hacer mediciones cuantitativas, que puede observar relaciones de causa y efecto sólo en el pasado, pero que no puede predecir sucesos específicos en el futuro, y comprobaría que tiene que incluir la "finalidad" como un elemento observable y que no puede usar modelos mecánicos.

Cada una de estas cinco esferas tiene diferentes respuestas a las preguntas del físico: "¿Cuáles son los fenómenos observables aquí?" "¿Cuáles son las leyes que relacionan entre sí estos fenómenos observables?" Por ejemplo, espacio y tiempo son diferentes, según las esferas. No podemos suponer que el espacio que se extiende entre los onta o entre las galaxias sea necesariamente el espacio euclidiano. ¿Cómo podemos medir el espacio?
El espacio personal —el espacio que emplea mi vida interior y que influye en mi conducta- dista mucho de ser el espacio que puede medirse con una vara. Si mi amada o una hsrmosa mariposa está a nueve metros de distancia, está muy lejos de mí. Si un tigre suelto se encuentra a cien metros de distancia, "está muy cerca de mí". (¡Y si sé que ese tigre está hambriento, está aún más cerca!) También en la esfera de las cosas muy grandes o muy rápidas, el tiempo, el espacio, el tamaño, la velocidad y la masa asumen relaciones completamente diferentes de las que tienen en la esfera de las cosas que podemos ver y toca
En la actualidad la física se está debatiendo con este problema. Buena parte de la presente especulación sobre "localización" (similar a la antigua expresión "acción a distancia"), "variables ocultas", la naturaleza de los onta (partículas o campos) y problemas análogos se debe al hecho de que en el microcosmo y en la esfera visual y táctil son necesarias diferentes construcciones de la realidad. Lo que en una esfera es un problema insuperable —una imposibilidad, un milagro si éste se diera- no presenta ninguna dificultad en la otra. Tampoco existe una racionalidad única (hecha por un Dios racional) que gobierna todo el universo.

Para la mayor parte de nosotros resulta inmensamente difícil aceptar el hecho de que haya más de una manera válida en que el mundo marcha. Estamos profundamente condicionados y suponemos que conocemos la única verdad y que todo lo demás es de algún modo menos real. Poner en tela de juicio semejante suposición nos parece que significa abandonar toda razón y situarnos en un cosmos caótico e impredecible. Esto nos lleva a esa "ansiedad catastrófica" que el psiquiatra Kurt Goldstein describió como la más grave de todas las ansiedades. Goldstein demostró cómo nosotros, en nuestro desarrollo, constituimos nuestro yo para sostener esa visión de la realidad (y para que ella nos sostenga) que nuestra cultura cree que es la única correcta. Si la cultura a que pertenecemos ya no sostiene este modelo o si nos vemos frente a datos que lo contradicen, nos sentimos en gran peligro, el peligro de que nuestro yo sin apoyo se desmenuce y se haga añicos. Sentimos que ya no podemos continuar siendo un todo. Desde otro punto de vista, el antropólogo cultural describió el mismo fenómeno. En lugar de la "ansiedad catastrófica", el antropólogo habla del hombre "marginal", se trata de gente que pasó de la cultura en que se crió a una muy diferente o de gente que sobrevivió a la destrucción de su cultura y ahora vive en el seno de otra. Cuando se estudió a individuos que se encuentran en este tipo de situación, resultó evidente que estaban sometidos a la acción de poderosas fuerzas destructoras del yo con el consiguiente menoscabo del yo y el debilitamiento de su capacidad.

Joseph Conrad, al exponer la idea de que cada cultura modela la realidad para los individuos nacidos en ella y la de que éstos pueden sobrevivir ilesos únicamente permaneciendo dentro de esa definición de la realidad, escribió en su novela Lord Jim: "Un hombre al nacer cae en un sueño como quien cae en el mar. Si trata de salir al aire, como se esfuerzan en hacerlo las personas inexpertas, se ahoga..."

Esta modelación de la realidad es un proceso que afecta profundamente al modelador. Por ejemplo, en nuestra construcción de la realidad está incluida una definición de "ser humano" y de la relación de esta entidad con el resto del cosmos. Y en la definición están también incluidas respuestas a preguntas tales como "¿Es bueno el universo?" y "¿Es regido por leyes?" Esas respuestas definen el cosmos de cada individuo y, por lo tanto, la manera en que el individuo se modela a tí mismo para ajustarse a su cosmos. Ornar preguntaba "¿Cuál es la arcilla del alfarero y cuál es el cacharro?" Más recientemente Jung observaba que no sólo Goethe había creado a Fausto, sino que también Fausto había creado a Goethe. Se trata de un sistema circular y cibernético. Cuando el sistema se deforma y cuando el modelador y el universo ya no se corresponden recíprocamente, sobreviene esa abrumadora "ansiedad catastrófica". El individuo queda profundamente perturbado.

Sentimos este tipo de amenaza implícito en la idea de que hay más de una realidad "real". Ello no obstante y muy a menudo, si científicamente atendemos a los datos y a sus implicaciones, debemos abandonar nuestras antiguas teorías. Al describir un aspecto de esta situación Werner Haisenberg escribió: "Una continuación consecuente de la física clásica nos obüga a realizar una transformación en el corazón mismo de esa física". Hoy la ciencia, tanto la física como las ciencias sociales, nos ha llevado a una situación en que debemos afrontar el hecho de que si deseamos avanzar por la senda científica y pretendemos hacer que nuestros datos sean legítimos, no podemos atenernos sólo a una serie de principios sobre cómo opera la realidad. Es menester que demos cabida a otras varias realidades.
En los últimos diez o quince años, los científicos sociales llegaron poco a poco a advertir que podemos y debemos usar diferentes organizaciones de la realidad para tratar los datos. Comenzamos a comprender que ya no era apropiada la organización que estábamos empleando, la organización del "sentido común" occidental y de la física del siglo XIX. Cuando comenzamos a darnos cuenta de que la física estaba usando varias organizaciones diferentes de la realidad para abordar diferentes clases de datos, muchos científicos sociales (incluso uno de nosotros, Lawrence LeShan) cometieron el error de creer que la física había resuelto nuestro problema. Creímos que podíamos emplear una de las construcciones alternas de la realidad concebida por los físicos para tratar sus datos y hacer así legítimos los nuestros. Como esas construcciones -por ejemplo la de la mecánica cuántica o la de la teoría de la relatividad —eran tan diferentes de la construcción cotidiana y corriente que habíamos tratado de aplicar y con la cual habíamos fracasado tan notablemente y como dichas construcciones no llevaban a los mismos problemas, pensamos que una de ellas debía de ser el sistema que habíamos estado buscando.
Ese fue un error. La física había mostrado que es legítimo (y a veces necesario) emplear interpretaciones alternas de la realidad para tratar diferentes esferas de la experiencia. Pero la física no había ideado un sistema que pudiese usarse para tratar la conducta con sentido o la experiencia interior del hombre. En estas esferas se necesitan construcciones de la realidad que hagan legítimos los datos de esas esferas, no construcciones tomadas de otras esferas. Este error en el que incurrimos algunos de nosotros era comprensible, pero ya es hora de que lo hagamos a un lado. Ni el sistema metafísico usado en la mecánica cuántica, ni el usado en la teoría de la relatividad corresponden a los datos de la experiencia interior o a los de la conducta con sentido.

Es verdad que todas las racionalidades útiles a la ciencia son compatibles y no son contradictorias aun cuando sean muy diferentes. Pero esta circunstancia no debe eclipsar el hecho de que son muy diferentes y el hecho de que la compatibilidad se deba probablemente a que son los seres humanos quienes hacen estas construcciones de la realidad y quienes les dan la consecuente coherencia que todas ellas presentan. Einstein dijo que el mayor milagro del universo es su comprensibilidad. La razón de que sea comprensible es la de que nosotros sólo podemos conocerlo tal como está construido por los seres humanos, y nuestras obras son comprensibles para nosotros. Desde el punto de vista de la ciencia actual, pues, hay dos maneras fundamentales de organizar el conocimiento de realidades alternas. El científico social trabaja desde el siguiente punto de vista: "¿Qué sistema metafísico (estado de conciencia) impone esta persona a la realidad? ¿En qué condiciones este sistema se cambia en otro? ¿Cuál es ese otro sistema? ¿Qué sistemas son normales y cuáles patológicos?"

El físico en cambio se pregunta; "¿Qué sistema metafísico debo emplear en esta esfera particular de experiencia? ¿Cómo puedo hallar las leyes que hagan compatibles diferentes sistemas?"
En las ciencias sociales se examina la serie general de reglas mediante las cuales un individuo organiza su experiencia total. Aouí se comprueba que esas reglas difieren en diferentes momentos y en diferentes situaciones. En la física se examinan los datos de una esfera particular de experiencia y luego se idea una construcción de la realidad que haga legítimos dichos datos. Aquí se comprueba que tal construcción debe diferir considerablemente en diferentes esferas de estudio.
En última instancia, los dos enfoques del problema deben unirse y sintetizarse en el estudio de la experiencia interior. En esta esfera el método del físico (quien se pregunta qué clase de mediciones pueden hacerse aquí, cuáles son los fenómenos observables, cuáles son las leyes que relacionan entre sí esos fenómenos observables) ya se reúne parcialmente con el método del científico social que se pregunta qué leyes y qué construcción de la realidad está usando un individuo, es decir, cómo construye la realidad. Cuándo los dos bió en su novela Lord Jim: "Un hombre al nacer cae en un sueño como quien cae en el mar. Si trata de salir al aire, como se esfuerzan en hacerlo las personas inexpertas, se ahoga..."

Esta modelación de la realidad es un proceso que afecta profundamente al modelador. Por ejemplo, en nuestra construcción de la realidad está incluida una definición de "ser humano" y de la relación de esta entidad con el resto del cosmos. Y en la definición están también incluidas respuestas a preguntas tales como "¿Es bueno el universo?" y "¿Es regido por leyes?"
Esas respuestas definen el cosmos de cada individuo y, por lo tanto, la manera en que el individuo se modela a ti mismo para ajustarse a su cosmos. Ornar-preguntaba "¿Cuál es la arcilla del alfarero y cuál es el cacharro?" Más recientemente Jung observaba que no sólo Goethe había creado a Fausto, sino que también Fausto había creado a Goethe.24 Se trata de un sistema circular y cibernético. Cuando el sistema se deforma y cuando el modelador y el universo ya no se corresponden recíprocamente, sobreviene esa abrumadora "ansiedad catastrófica". El individuo queda profundamente perturbado.

Sentimos este tipo de amenaza implícito en la idea de que hay más de una realidad "real". Ello no obstante y muy a menudo, si científicamente atendemos a los datos y a sus implicaciones, debemos abandonar nuestras antiguas teorías. Al describir un aspecto de esta situación Werner Haisenberg escribió: "Una continuación consecuente de la física clásica nos obliga a realizar una transformación en el corazón mismo de esa física". Hoy la ciencia, tanto la física como las ciencias sociales, nos ha llevado a una situación en que debemos afrontar el hecho de que si deseamos avanzar por la senda científica y pretendemos hacer que nuestros datos sean legítimos, no podemos atenernos sólo a una serie de principios sobre cómo opera la realidad. Es menester que demos cabida a otras varias realidades.
En los últimos diez o quince años, los científicos sociales llegaron poco a poco a advertir que podemos y debemos usar diferentes organizaciones de la realidad para tratar los datos. Comenzamos a comprender que ya no era apropiada la organización que estábamos empleando, la organización del "sentido común" occidental y de la física del siglo XIX. Cuando comenzamos a darnos cuenta de que la física estaba usando varias organizaciones diferentes de la realidad para abordar diferentes clases de datos, muchos científicos sociales (incluso uno de nosotros, Lawrence LeShan) cometieron el error de creer que la física había resuelto nuestro problema. Creímos que podíamos emplear una de las construcciones alternas de la realidad concebida por los físicos para tratar sus datos y hacer así legítimos los nuestros. Como esas construcciones -por ejemplo la de la mecánica cuántica o la de la teoría de la relatividad -eran tan diferentes de la construcción cotidiana y corriente que habíamos tratado de aplicar y con la cual habíamos fracasado tan notablemente y como dichas construcciones no llevaban a los mismos problemas, pensamos que una de ellas debía de ser el sistema que habíamos estado buscando.
Ese fue un error. La física había mostrado que es legítimo (y a veces necesario) emplear interpretaciones alternas de la realidad para tratar diferentes esferas de la experiencia. Pero la física no había ideado un sistema que pudiese usarse para tratar la conducta con sentido o la experiencia interior del hombre. En estas esferas se necesitan construcciones de la realidad que hagan legítimos los datos de esas esferas, no construcciones tomadas de otras esferas. Este error en el que incurrimos algunos de nosotros era comprensible, pero ya es hora de que lo hagamos a un lado. Ni el sistema metafísico usado en la mecánica cuántica, ni el usado en la teoría de la relatividad corresponden a los datos de la experiencia interior o a los de la conducta con sentido.

Es verdad que todas las racionalidades útiles a la ciencia son compatibles y no son contradictorias aun cuando sean muy diferentes. Pero esta circunstancia no debe eclipsar el hecho de que son muy diferentes y el hecho de que la compatibilidad se deba probablemente a que son los seres humanos quienes hacen estas construcciones de la realidad y quienes les dan la consecuente coherencia que todas ellas presentan. Einstein dijo que el mayor milagro del universo es su comprensibilidad. La razón de que sea comprensible es la de que nosotros sólo podemos conocerlo tal como está construido por los seres humanos, y nuestras obras son comprensibles para nosotros. Desde el punto de vista de la ciencia actual, pues, hay dos maneras fundamentales de organizar el conocimiento de realidades alternas. El científico social trabaja desde el siguiente punto de vista: "¿Qué sistema metafísico (estado de conciencia) impone esta persona a la realidad? ¿En qué condiciones este sistema se cambia en otro? ¿Cuál es ese otro sistema? ¿Qué sistemas son normales y cuáles patológicos?"

El físico en cambio se pregunta; "¿Qué sistema metafísico debo emplear en esta esfera particular de experiencia? ¿Cómo puedo hallar las leyes que hagan compatibles diferentes sistemas?"
En las ciencias sociales se examina la serie general de reglas mediante las cuales un individuo organiza su experiencia total. Aouí se comprueba que esas reglas difieren en diferentes momentos y en diferentes situaciones. En la física se examinan los datos de una esfera particular de experiencia y luego se idea una construcción de la realidad que haga legítimos dichos datos. Aquí se comprueba que tal construcción debe diferir considerablemente en diferentes esferas de estudio.
En última instancia, los dos enfoques del problema deben unirse y sintetizarse en el estudio de la experiencia interior. En esta esfera el método del físico (quien se pregunta qué clase de mediciones pueden hacerse aquí, cuáles son los fenómenos observables, cuáles son las leyes que relacionan entre sí esos fenómenos observables) ya se reúne parcialmente con el método del científico social que se pregunta qué leyes y qué construcción de la realidad está usando un individuo, es decir, cómo construye la realidad. Cuándo los dos enfoques se suelden en la esfera de la experiencia interior estaremos en el comienzo de una verdadera ciencia de la psicología. En este libro nos esforzamos por aproximamos a esa meta.




Publicación anterior: Realidades alternas 1

lunes, 6 de junio de 2011

Tactile Waveforms



Süperfad’s latest short film, dirigida por Nando Costa, explora las conexiones entre la ciencia, las matemáticas y la música. 


Dibujos que representan una partitura musical se liberan en paisajes estilizados que ilustran las condiciones a través del cual los sonidos de viaje. Estas representaciones elaborado reaccionan de diferentes maneras en su viaje por los paisajes desolados, transformándose en instrumentos de música imposible y la modificación de elementos en el medio ambiente a lo largo del camino. La estructura de la película se define por la composición de música Banda del mundo, que cuenta con instrumentos clásicos alterados electrónicamente para crear la pista. Trabajo en una relación de tira y afloja, el vídeo de la película y las abstracciones de audio se unen en una experiencia que es a la vez de otro mundo y con una larga tradición.




sábado, 4 de junio de 2011

Vialidad

"Historias de Cronópios y Famas"


Un pobre cronopio va en su automóvil y al llegar a una esquina le fallan los frenos y choca contra otro auto.

Un vigilante se acerca terriblemente y saca una libreta con tapas azules.

¿No sabe manejar, usted? grita el vigilante.

El cronopio lo mira un momento, y luego pregunta:

¿Usted quién es?

El vigilante se queda duro, echa una ojeada a su uniforme como para convencerse de que no hay error.

¿Cómo que quién soy? ¿No ve quién soy?

Yo veo un uniforme de vigilante -explica el cronopio muy afligido-. Usted está dentro del uniforme pero el uniforme no me dice quién es usted.

El vigilante levanta la mano para pegarle, pero en la mano tiene la libreta y en la otra mano el lápiz, de manera que no le pega y se va adelante a copiar el número de la chapa. El cronopio está muy afligido y quisiera no haber chocado, porque ahora le seguirán haciendo preguntas y él no podrá contestarlas ya que no sabe quién se las hace y entre desconocidos uno no puede entenderse.



Julio Cortázar (1952)