La galería número dos, solo ofrece de particular el tener en un hueco, que existe en su fondo, pintadas las figuras números 1, 2, 3 y 4 de la lámina 4º, la segunda en el techo, únicamente con perfiles negros, y las demás sobre los costados, con negro las líneas largas y rojo las más cortas.
La tercera galería nada tiene de notable, á no ser las muchas piedras desprendidas de la de la bóveda, y la figura representada en el número 5 de la lámima citada; y á la entrada de la cuarta galería y en su interior se encuentran pintados los dibujos 6 y 7 de la misma lámina.
La quinta galería, cuyo acceso es muy incómodo, por tener que andar algunos metros materialmente de rodillas, y aún con precaución de no tocar con la cabeza, es bastante más digna de atención que las tres que la preceden. Pasada la parte estrecha, se levanta la galería poco más de un metro sesenta centímetros, por un metro treinta centímetros de ancho; examinadas las paredes laterales, que son de piedra, se las vé en muchos sitios cubiertas de infinito número de rayitas, hechas al parecer con un instrumento de punta muy aguzada, pero sin que se descubra ninguna figura ó signo que llame la atención; podriase sospechar que estas rayas son hechas por los murciélagos, pero existen en algunos sitios donde no es posible aceptar esta opinión.
También es digno de notarse que las piedras salientes de los costados, y sobre todo en las vueltas que dá la galería, tienen su superficie lustrosa y suave, como si hubiese sido causada por el frotamiento muy repetido ya de personas ó de animales, en cuyo caso debe suponerse que en aquel tiempo esta galería no ofrecía tan difícil acceso como en la acutualidad. Viene en apoyo de esta última opinión, la capa arenosa y desigual que cubre el suelo, indicando que en alguna época han pasado por allí aguas en abundancia, y quizás sea debido á la corriente de estas el depósito de varios huesos hallados en este sitio, entre los que, el más notable por su gran tamaño, es una vértebra.
Asi bien merece fijar la atención el techo, formado de piedra, la que, en gran estensión, parece que está recubierta de una débil capa arcillosa, sobre la que se observan unos surcos no profundos, como si se hubiesen hecho pasando los dedos de la mano y repitiendo esta operación en todo lo ancho del techo.
En los costados de esta galería se ven representados los números 8, 9, 10, 11 y 12 de la lámina 4º; los tres primeros no debieron tener más que los perfiles negros que aún conservan, y el once está marcado con un objeto de punta fina y aguzada; las figuras que comprende el número 12, que no tienen más que perfiles negros, se hallan reunidas en la mísma posición que indica la lámina, siendo bastante difícil descifrar lo que quieren representar, para aventurar una opinión que tuviese algún fundamento. Los originales de la lámina 4º son muchos mayores de las figuras de esta.
Al pasar por todas las galerías mencionadas, escepto la primera, nótase á derecha y á izquierda unas rayas negras, correspondiendo casi siempre las de un lado enfrente de las del otro, que podrían suponerse hechas por un inspector para reconocer el camino andado, pero no parece admisible esta idea, pues en este caso lo probable es que se hubieran hacho al alcance de la mano, como suele decir, y no en sitios elevados y separados del camino debia llevar el que las trazó; además de que son tantas y tan repetidas en algunos sitios, que no se esplica satisfactoriamente su gran número, como tampoco se esplica satisfactoriamente su gran número, como tampoco se esplica la existencia de otras que se encuentran en la tercera galería, entre unas pequeñas amontonadas en un rincón , y que no se ven con facilidad, lo cual dá márgen á suponer si serían hechas antes de las piedras que las contienen.
De todo cuanto vá dicho se desprende, de una manera innegable, que esta cueva fué habitada, ó durante mucho tiempo ó por mucha gente, pues solo así se esplica la abundancia de restos animales que, debemos suponer, les sirvieron de alimento. Su resistencia tambien parece que debió ser larga más bien que corta, como así lo indican, no solo las pruebas de su naciente insdustria, que quedan mencionadas, sino también el distinto estado de conservación en que se encuentran muchos huesos y cuernos, pues mientras algunos están en bastante buen estado, otros se deshacen enteramente, por más cuidado que se tenga para estraerlos de la masa que los contiene.
Respecto á las pinturas que se han encontrado, es indudable que la primera galería acusan una perfección notable comparadas con las demás, peroá pesar de todo, su exámen detenido inclina al anónimo á suponerlas contemporáneas unas de otras. Más difícil será resolver si todas ellas corresponden á la remotísima época en que los habitantes de esta cueva formaron el gran depósito que en ella se encierra; pero por más que esto parezca poco probable, tomando en cuenta su buen estado de conservación, despues de tantos años, conviene hacer notar que entre los huesos y cáscaras se han hallado pedazos de ocres rojos, que, sin gran dificultad pudieran haber servido para estas pinturas; por otra parte, si bien las condiciones no vulgares de la des de la primera galería hacen sospechar que sean obra de época más moderna, es indudable que, por repetidos descubrimientos, que no se pueden prestar á la duda, como el actual, se ha comprobado que ya el hombre, cuando no tenia aun más habitación que las cuevas, sabía reproducir con bastante semejanza sobre astas y colmillos de elefante, (2) no solamente su propia figura, sino también la de los animales que veía; por lo tanto no será aventurado admitir que si en aquella época se hacian reproducciones tan perfectas, grabandolas sobre cuerpos duros, no hay motivo fundado para negar el absoluto que las pinturas de que se trata tengan tambien una procedencia tan antigua. Podráse alegar por alguno que la opinion emitida más atrás dá por supuesta la existencia en esta provincia, en algun tiempo, del buey con corcova ó del bisonte, (suponiendo que este sea el reproducido en las pinturas) sobre el cual no existe noticia alguna hasta ahora; pero por más que esto último sea exacto, no es razón suficiente para negarlo desde luego, con tanto más motivo cuanto que se ha comprobado la existencia del segundo en varios puntos de Europa, en épocas remotas, y la del primero la admite Buffon, que es autoridad de la materia. El único argumento decisivo que, á mi juicio, vendría á resolver esta cuestión, seria el hallazgo de algun resto de aquellos rumiantes entre los muchos que encierra esta cueva.
1- El naturalista Buffon en sus obras, artículo sobre el Bisonte, dice haberse encontrado en otros tiempos en las partes desiertas de Europa bueyes silvestres, unos con corcova y otros sin ella; según este dato podría suponerse con algun fundamento que los primeros son los representados en las pinturas que se citan, pues si bien por la corcova tiene estos alguna semejanza con el bisonte y el cebú, son muchas más las diferencias que los separan de ellos.
2- En la obra publicada por Lubbock, páginas 303, 304 y 305, se hallan representadas varias figuras de animales, grabadas sobre cuernos de renos, y un Mammuth sobre un pedazo de marfil. El Sr. Vilanova, en su interesante obra sobre el orígen del hombre, publicada también una lámina comrendiendo el dibujo sobre piedra de un oso, y de un pedazo de marfíl con la silueta de un Mammuth,