23/12/2005
Capitán Morocho
...esos ocupantes diáfanos en los camarotes, con sus taciturnas almas desencantadas.
En un viaje desconocido, rumbo a la isla del desencuentro
Esa selvática isla llena de almas perdidas de pasiones, amores y emociones.
...donde esas almas y espíritus se cruzan, formando un vaivén en la brisa de la tarde ya casi a punto de oscurecer.
...el capitán, firme en el timón, rumbo al ocaso de la tarde que lo llevará a esa isla de tranquilidad.
En busca de ese atraso... ese tiempo perdido que le dejo el tiempo.
En busca de poder encontrar allí un alma que le de un reloj de arena, un envión de viento, ese latir de sentimiento, esa pasión...
Intentando allí tan si quiera, calmar sus penas y ansiedades que una tarde un reloj allí dejó.
El golpe de las olas... como fieras dan en la proa y popa... intentando volcar ese barco.
Pero no hay dios ni fuerza en la naturaleza que oce en volcar ese barco bautizado una tarde: "firmeza"...
Firmeza que tuvo, tiene y tendrá en el centro de su pecho... que es el alma-motor de su ser denominado corazón.
Ese viejo capitán ya no teme ni dios ni diablo sobre la tierra...
Rumbo fijo a esa isla donde le esperan almas, piedades, ambiciones e ilusiones...
Esos cambios que le pide y dictamina su destino...
viajes.. conocimientos... encuentros...
Esperando, -si se quiere- que salga de una vez ese az de la manga donde haga la jugada de su vida.
Que brote y crezca ese az tan deseado, que caiga de una palmera o brote de las raíces de la tierra.
*no fue corregido, ni leído desde el 23/12/2005 hasta hoy día de la publicación.
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