lunes, 22 de abril de 2013

El Gobierno de sí y de los otros (2º Hora)

Michel Foucault 

Curso en el Collège de France 
Ciclo lectivo (1982-1983)


Clase del 5 de enero de 1983
Segunda hora (Parte: 1-2)

La idea de minoría de edad: ni impotencia natural ni privación autoritaria de derechos — Salida del estado de minoría de edad y ejercicio de la actividad crítica — La sombra de las tres Críticas — Dificultad de emancipación: pereza y cobardía; fracaso anunciado de los liberadores — Los resortes del estado de minoría de edad: superposición obediencia/ ausencia de razonamiento; confusión entre uso privado/uso público de la razón — Las inflexiones problemáticas del final del texto de Kant.

Luego de algunas palabras generales sobre este texto [concerniente a] la
Aufklärung, querría que iniciáramos un análisis un poco más preciso de, al menos, ciertos momentos importantes del texto. Hay toda una parte de éste que se refiere muy precisamente a problemas de legislación, y de legislación religiosa, que se planteaban en Prusia en ese momento, 1784, y que no voy a tocar. No es que no sean interesantes o significativos, pero habría que entrar en un trabajo de detalles y precisiones históricas del que -tengo que confesarlo sin más- no soy capaz. Por lo tanto, vamos a dejar eso a un lado. Me dedicaré, en cambio, a varios otros puntos teóricos.
Si les parece, leamos el texto, al menos su primer párrafo: "¿Qué es la Ilustración? Was ist Aufklärung? es la pregunta, y la respuesta es: la Ilustración es; Michel Foucault. La salida del hombre de su minoría de edad, de la que él mismo es responsable". Y en ese momento Kant precisa los dos elementos de su definición. Primero, minoría de edad, es decir "incapacidad de valerse del entendimiento sin la dirección de otro". Minoría de edad de la que [el hombre mismo, es responsable, porque "la causa de ello no radica en un defecto del entendimiento, sino en una falta de decisión y coraje para valerse de él [del entendimiento; Michel Foucault] sin la dirección de otro. Sapere aude!. Ten el coraje de valerte de tu entendimiento. Tal el lema de la Ilustración". Ése es entonces el primer párrafo.

Querría detenerme ante todo en la primera palabra que encomiarnos en la definición de la Ilustración, la palabra "salida" (Ausgang). Y al respecto, me gustaría hacer unas cuantas observaciones. Digamos, de manera muy esquemática, que en las especulaciones filosóficas sobre la historia, y Dios sabe lo numerosas que eran en el siglo XVIII, la designación del momento presente se hacía en general de tres maneras posibles. Una consistía en indicar cuál era la edad del mundo en la cual se encontraban por entonces, cierta edad del mundo que sería distinta de las otras en virtud de algún carácter propio o que estaría separada de ellas por algún acontecimiento dramático. Por ejemplo, ¿pertenecemos o no a una era de decadencia? Segundo, la designación del momento presente podía hacerse por referencia a un acontecimiento más o menos inminente, cuyos signos anunciadores podían advertirse: un estado de paz perpetua, como antaño el Imperio de los Últimos Días o la tercera edad del mundo. O bien el momento presente podía definirse como un momento de transición, pero un momento de transición por el cual se ingresaba a un estado estable, permanente y consumado. En suma, ése era el momento que describía por ejemplo Vico en el último capítulo de los Principes de la philosophie de l'histoire, que se titula "Ojeada al mundo político antiguo y moderno considerado en relación con las metas de la ciencia moderna".' Allí, Vico recuerda lo que ha definido como la marcha general de toda sociedad: aristocracia, luego libertad popular, luego monarquía. Al comienzo del capítulo recuerda que Cartago, Capua y Numancia no fueron capaces de recorrer ese camino hasta el final. 

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Que sólo Roma lo logró, en principio por un Estado en el cual dominaba la aristocracia, después la libertad republicana hasta Augusto y por último una monarquía que subsistió mientras fue posible resistir a las causas interiores y exteriores que destruyen ese tipo de Estados. Y bien, de la misma manera, dice Vico, estamos hoy en el umbral de ese sistema de una monarquía estable que se mantendrá mientras las causas interiores y exteriores no lo destruyan. "En nuestros días, la más completa civilización parece difundirse entre los pueblos, sometidos en su mayor parte a una pequeña cantidad de grandes monarcas." Y describe Europa como una suerte de figura compuesta en la cual hay gobiernos aristocráticos al norte, gobiernos populares en los cantones suizos y las Provincias Unidas, y algunas grandes monarquías que representan el modelo de Estado hacia el cual nos encaminamos. "Nuestra Europa brilla con una incomparable civilización; abunda en todos los bienes que hacen la felicidad de (a vida humana; en ella encontramos todos los gozos intelectuales y morales.' Ahora bien, es preciso advertir que lo que Kant designa como el momento de WAufkldrungno es ni una pertenencia, ni una inminencia, ni una consumación, y ni siquiera, para decirlo con exactitud, un pasaje, una transición de un estado a otro, lo cual, por lo demás, si bien se mira, siempre equivaldría en mayor o menor medida a definir sea una pertenencia, sea una inminencia, sea una consumación. Kant se limita a definir el momento presente como Ausgang, desenlace, salida, movimiento por el cual nos desprendemos de algo, sin que nada se diga del lugar hacia donde vamos.

Segunda observación: esa Ausgang, esa salida, es la salida del hombre, dice Kant, del estado de minoría de edad. Ahora bien, también en este caso se plantea un problema, a saber: ¿qué es ese hombre, qué es ese agente de la salida que es el hombre? Pero, para decirlo con mayor precisión, ¿se trata en verdad de un agente de la salida? En otras palabras, ¿se trata de un proceso activo o pasivo? Cuando el texto habla de "der Ausgang des Menschen", puede querer decir que, en efecto, el hombre, mediante un acto decisorio, se arranca del estado en el que se encontraba. También puede ser que esté contenido dentro de un proceso que lo desplaza y lo hace pasar del interior al exterior, de un estado a otro. Además, es obvio que no podemos dejar de preguntarnos qué es esc hombre que sale de tal modo. ¿Hay que entender la especie humana en cuanto especie? ¿Hay que leerlo como la sociedad humana en cuanto elemento universal dentro del cual se reúnen las diferentes razones individuales? ¿Se trata de ciertas sociedades humanas portadoras de esos valores? ¿Se trata de los individuos? ¿De qué individuos, etc.? "Salida del hombre", se limita a decir el texto.

Para terminar, la tercera observación, la tercera interrogación, va a referirse al final mismo del párrafo. En efecto, por un lado, si observamos el comienzo de éste, el comienzo de la definición, la Ilustración es "la salida del hombre de su minoría de edad, de la que él mismo es responsable". Y al leer el comienzo de ese párrafo, se tiene la impresión de que Kant designa un movimiento, un movimiento de salida, una separación que está efectuándose y que constituye precisamente el elemento significativo de nuestra actualidad. Ahora bien, resulta que, al final del párrafo, aparece un tipo muy distinto de discurso. Ya no un discurso de descripción, sino un discurso de prescripción. Kant ya no describe lo que pasa; dice "Sapere aude.'Ten el coraje de valerte de tu entendimiento. Tal el lema de la Ilustración". En fin, aunque digo que es una prescripción, la cosa es un poco más complicada. Kant utiliza la palabra Wahispruch, que es divisa, blasón. La Wahispruch es, en efecto, una máxima, un precepto, una orden que se imparte, que se imparte a los otros o a uno mismo, pero al mismo tiempo —y en este aspecto el ptecepto de la Wahispruch constituye divisa y blasón- es algo mediante lo cual uno se identifica y puede distinguirse de los otros. La utilización de una máxima como precepto es pues, a la vez, una orden y una marca distintiva. Como ven, todo esto hace que no sea fácil ni claro decir qué puede entender Kant al hablar de la Ilustración como "salida del hombre de su minoría de edad".

Estas son algunas cuestiones de conjunto. Tratemos ahora de entrar un poco más en el texto y ver cómo puede esa descripción ser a] mismo tiempo una prescripción, qué es ese hombre que debe salir, y en qué consiste la salida, pues tales son los tres interrogantes con que tropezamos de inmediato.

Primer punto que es menester dilucidar: ¿qué entiende Kant por ese estado de minoría de edad del que habla y del que dice que el hombre está saliendo, y del que señala asimismo que es preciso que el hombre salga, puesto que da a éste la orden de hacerlo? Primero, ese estado de minoría de edad no debe confundirse en ningún caso con un estado de impotencia natural. No es algo así como la infancia de la humanidad. Un poco más adelante, Kant emplea una expresión que los traductores franceses (hay dos versiones en francés) no tradujeron bien. Me refiero a la palabra alemana Gdngelwagen, que designa esa especie de cochecitos que se utilizaban en el siglo XVIII para ceñir a los niños: se los ponía en algo parecido a un trapecio con ruedas, que los hacía caminar. Kant dice que los hombres se encuentran actualmente en una suerte de Gdngelwagen (no se trata en modo alguno de las "angarillas" o el "corralito" que mencionan las traducciones), [lo cual] sugiere con claridad que el hombre está en un estado de infancia. Sin embargo, al comienzo del segundo párrafo, Kant dice que, en realidad, ese estado de minoría de edad en el cual se encuentra el hombre no es de ninguna manera una impotencia natural, toda vez que los hombres son, de hecho, perfectamente capaces de conducirse por sí solos. Tienen absoluta capacidad de hacerlo, y hay sencillamente algo —que será preciso determinar: un defecto, una carencia o una voluntad o cierta forma de voluntad- que hace que no sean capaces. Por lo tanto, no confundamos ese estado de minoría de edad con lo que algunos filósofos podían designar como el estado de infancia natural de una humanidad que no ha adquirido todavía los medios y las posibilidades de su autonomía.

Segundo, si en esta noción de minoría de edad no se trata de una impotencia natural, ;se trata de una noción jurídica o político-jurídica, referida al hecho de que los hombres se encuentran actualmente privados del ejercicio legítimo de sus derechos, en función de alguna circunstancia, sea que, en efecto, hayan renunciado por voluntad propia a éstos en un acto fundacional e inicial, sea porque se los haya despojado de ellos mediante algún ardid o alguna violencia? Pero también en este caso hay que señalar que Kant no habla de eso. Por otra parte, lo dice a las claras: si los hombres se encuentran en este estado de minoría de edad, si se ponen bajo la dirección de los otros, no es porque los otros se hayan adueñado del poder y ni siquiera porque éste se les haya confiado en un acto esencial, fundacional e instaurados Es, dice, porque los hombres no son capaces o no quieren conducirse a sí mismos, y porque otros se han prestado servicialmente a tomarlos bajo su conducción. Kant se refiere a un acto o, mejor, a una actitud, un modo de comportamiento, una forma de voluntad que es general y permanente y que no crea en absoluto un derecho, sino simplemente una especie de situación de hecho en la que, por complacencia y de alguna manera gracias a una cortesía ligeramente teñida de cálculo y astucia, pues bien, resulta que algunos han tomado la dirección de los demás. Pero lo que muestra de manera aun mucho más clara es que no se trata de la privación de un derecho, que no se trata de ningún modo de un estado de minoría de edad jurídica en el cual los hombres sean incapaces y estén privados de utilizar facultades que les son propias; son los ejemplos mismos que Kant da de ese estado de minoría de edad: "Si tengo un libro que me hace las veces de entendimiento", "si tengo un director de conciencia" (Kant emplea la palabra Seeborger) que me hace las veces de Gewissen (de conciencia moral), "si tengo un médico que decide mi régimen por mí", entonces "no es necesario que me afane". Y para él esto ejemplifica el estado de minoría de edad. Tomar un libro que hace las veces de entendimiento (Verstand), tomar un director que hace las veces de conciencia (Gewissen), tomar un médico que dicta la dieta: eso es lo que caracteriza, ejemplifica, manifiesta en concreto el significado de encontrarse en un estado de minoría de edad. Como podrán advertir, no se trata en absoluto de un estado de dependencia natural, no se trata de ninguna manera de una situación en la cual el individuo se vea privado de sus derechos a raí/, de una desposesión cualquiera (jurídica o política), y advertirán también que ni siquiera se trata de una forma de autoridad que el mismo Kant considere como ilegítima. Jamás consideró ilegítimo que hubiera libros o que se leyeran libros. Ni siquiera consideraba, sin duda, que tener un director de conciencia (un Seelsorger) fuera ilegítimo, y tampoco, desde luego, recurrir a un médico. Sin embargo, ¿dónde se situaba el estado de dependencia? En la manera como el individuo hacía jugar con respecto a sí mismo esas tres autoridades: la del libro, la del director de conciencia y la del médico; [en] la manera como el individuo sustituía su propio entendimiento por el libro, al que atribuía ese papel. La manera como, al hacer actuar su conciencia moral, la sustituía por la conciencia moral de un directot de conciencia que le decía qué había que hacer. Y, para terminar, cierta manera de valerse de su saber técnico en lo concerniente a su propia vida, de tal modo que sustituía lo que él mismo podía saber, decidir o prever acerca de ésta, por el saber que de ella tenía un médico.

Ahora bien, creo no exagerar la interpretación del texto si digo que, [debajo de] esos tres ejemplos en apariencia extraordinariamente anodinos y familiares (el libro, el director de conciencia, el médico), encontramos, claro, las tres Criticas. Por un lado, se plantea sin duda la cuestión del Verstané, en el segundo ejemplo, el del Seelsorger, advertimos el problema de la conciencia moral, y con el problema del médico, vemos al menos uno de los núcleos que van a constituir más adelante el ámbito propio de la Critica del juicio. Tres ejemplos concretos, tres ejemplos sin jerarquía tradicionalmente filosófica, jurídica o política bien notoria como son los del libro, el director de conciencia y el médico, pero pese a ello allí están las tres Críticas. Y me parece que, en consecuencia, es preciso leer ese análisis de la minoría de edad en función de las tres Críticas que están ahí, subyacentes e implícitas, en el texto.

Y entonces podrán ver cómo van a completarse, atraerse y hacerse mutuamente necesarios la empresa crítica y el proceso de la Aufklärung. En efecto, ¿qué es la Crítica de la razón pura si no lo que nos ensena a dar a nuestro Verstand (a nuestro entendimiento) el uso que es legítimo, es decir: dentro mismo de los límites de nuestra razón? Pero si es menester utilizar nuestro Verstand dentro de los límites mismos que muestra la analítica de la razón, pues bien, también es preciso que demos a nuestro entendimiento, concreta, personal e individualmente, un uso autónomo sin referirnos a la autoridad de un libro. Ahora bien, estas dos vertientes —la vertiente crítica y la vertiente Aufklärung, si se quiere, de la cuestión del Verstand (utilizar el Verstand sólo dentro de los límites legítimos, pero hacer un uso autónomo de nuestro propio Verstand)-, estas dos necesidades, estas dos obligaciones, estos dos principios, se responden uno a otro, no sólo bajo la forma de la complemcntariedad (no vayas más allá de los límites, pero da un uso autónomo a tu entendimiento), sino también en la medida en que, por desbordar los límites legítimos de la razón, nos vemos obligados a apelar a una autoridad que va a ponernos, justamente, en un estado de minoría de edad. Desbordar los límites críticos y ponerse bajo la autoridad de otro son las dos vertientes de aquello contra lo cual Kant se levanta en la Crítica, aquello de lo cual el proceso mismo de la Aufklärung debe liberarnos. De ese modo se designan, creo, al menos de manera velada, la reflexión crítica y el análisis de la Aufklárung o, mejor, la inserción de la crítica en el proceso histórico de la Aufklärung.



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Michel Foucault: El gobierno de si y fe los otros

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