Los tres primeros siglos de la presencia del Islam en España (VIII al X) suelen dividirse desde el punto de vista de la historia política en tres períodos. El primero, al más corto (711-756), conocido como el emirato dependiente de Damasco, porque Al-Dalus es gobernada por walies con poder delegado del califato omeya; en los momentos de la conquista, y de la expansión del Islam en Europa, así como el intento fracasado de la expansión musulmana hacia el territorio de la Galia, donde serán derrotados por el duque franco Carlos Martel en las cercanías de Poitiers (734). Son también los momentos de las luchas y rivalidades entre los diferentes clanes árabes.
Este período termina con la llegada de Al-Dalus de Abd al-Rahman I, principe omeya superviviente de la matanza de su familia a manos de los abbadíes, después de la subida de éstos al poder en el año 750. Abd al-Rahman I aprovechando las luchas intestinas entre los clanes árabes entra en Córdoba en el año 756, haciendose proclamar como emir, fecha con la que se inicia el período "emirato independiente de Córdoba", sistema de gobierno de poder político absolutamente autocrático e independientemente del califato abbasí de Bagdad, al que virtualmente se le reconocía, sin embargo, la jerarquía religiosa del Islam. Terminando esta situación en el año 929, cuando Abd al-Rahaman III se proclama califa y príncipe de los creyentes, lesto significa un cisma religioso dentro del Islam, iniciándose aquí el período de esplendor del califato cordobés, que es mantenido así hasta el año 1008, con la muerte de Abd al-Malik. el hijo de Almanzor, dando lugar así a las guerras civiles y a la descomposición del califato cordobés.
Al coincidir el período emiral con los siglos VIII y IX y el período califal con el siglo X, induce algunos historiadores del arte a mantener esta periodización política, diferenciandose un arte emiral (obras de Abd al-Rahman I, Abd al-Rahman II y Muhamad I, fundamentalmente) y un arte califal del siglo X (Abd al-Rhaman III, Al-Hakam II y Almanzor), división que encuentra su apoyo en los cambios artísticos producidos en el momento de esplendor del arte califal.
No obstante, al ser la ciudad de Córdoba desde el año 716 la capital de al-Andalus, y el foco artístico de todo el período.
- La arquitectura religiosa cordobesa
La sala de oraciones es de planta rectangular, desarrollada en el sentido de la anchura, y está formada por once naves, perpendiculares al muro de la qibla, de las que la central es más ancha y las laterales extremas son más estrechas que el resto. Esta mezquita ofrece la irregularidad de tener mal orientado el muro de la qibla, hacia el S. en lugar de SE., lo que se ha explicado tanto por influencia de las mezquitas sirias, para las que la orientación de la Meca estaba al S., porque el S. era el camino que los hispanomusulmanes debían tomar en su peregrinación a la Meca.
Las once salas perpendiculares a la qibla constan de doce tramos o intercolumnios, van separardas por series de arquerías formadas por un original sistema de soportes. Para resolver el problema de altura se superponen a las columnas unos pilares, y del mismo modo se superponen dos tipos de arcos, los inferiores, de herradura de tirantes para evitar los desplomes en la conjunción del pilar sobre la columna, los arcos superiores de medio punto sirven para soportar los muros en los que apean las cubiertas. La utilización de las columnas en la parte inferior, de soporte débil, pero que permite gran visibilidad, venía exigido para que fuera visible el imam, que dirigía la oración y se situaba ante el arco de mihrab, confiriendo al conjunto de la sala de oración un carácter especial aéreo y diáfano. Con la superposición del pilar se lograba mayor altura, y mediante el sistema de arcos de herraduras con función de entibo se evitaba el aspecto poco grato, de construcción porvisional, que porducían los tirantes de madera de las mezquitas musulmanas anteriores.
Todas las columnas son aprovechadas de edificios romanos y visigodos, y de labra diferente. Tienen basas de distintas alturas; estas basas se ocultaron al ampliar la mezquita en época de Ab ad-Rohman II, ya que en estas ampliaciones posteriores no se utilizaron basas. Por eso el piso de la mezquita de Abd al-Raham I, tras la restauraciones actuales que han dejado visible las basas, está a nivel más bajo que el resto, salvándose la diferencia de nivel mediante unas rampas en la lindes. Los fustes son de mármol y granito, los de la nave central de pudinga rosada, y varios presentan estrías verticales o en espiral, estando el collarino labrado con el cuerpo de fuste. Las capiteles, de mármol blanco, de orden corintino y compuesto, predominando los corintios, diferencian la excelente labra de los romanos de la más ruda y tosca de los visigodos.
La transición de la columna al pilar superpuesto se soluciona, para ganar base, ya que el sistema de soporte se ensancha hacia lo alto, mediante cinacios, de forma troncopiramidal invertida, en su mayoría visigodos, y algunos lisos, que serían labrados ex profeso para el nuevo monumento.
Sobre los cimacios cargan unas piezas, de piedra sillar y de sección cruciforme, en las que apean sobre sus brazos longitudinales los arcos de herradura mientras que sobre los transversales, volados mediante modillones de rollos, cabalgan los pilares de planta rectangular. Es la técnica que hace viable el sistema de superposición de soportes.
El Islam: de Córdoba al Mudéjar
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