sábado, 2 de enero de 2010

El Islam (I)

Introducción (de Córdoba al Mudéjar)


Los tres primeros siglos de la presencia del Islam en España (VIII al X) suelen dividirse desde el punto de vista de la historia política en tres períodos. El primero, al más corto (711-756), conocido como el emirato dependiente de Damasco, porque Al-Dalus es gobernada por walies con poder delegado del califato omeya; en los momentos de la conquista, y de la expansión del Islam en Europa, así como el intento fracasado de la expansión musulmana hacia el territorio de la Galia, donde serán derrotados por el duque franco Carlos Martel en las cercanías de Poitiers (734). Son también los momentos de las luchas y rivalidades entre los diferentes clanes árabes.
Este período termina con la llegada de Al-Dalus de Abd al-Rahman I, principe omeya superviviente de la matanza de su familia a manos de los abbadíes, después de la subida de éstos al poder en el año 750. Abd al-Rahman I aprovechando las luchas intestinas entre los clanes árabes entra en Córdoba en el año 756, haciendose proclamar como emir, fecha con la que se inicia el período "emirato independiente de Córdoba", sistema de gobierno de poder político absolutamente autocrático e independientemente del califato abbasí de Bagdad, al que virtualmente se le reconocía, sin embargo, la jerarquía religiosa del Islam. Terminando esta situación en el año 929, cuando Abd al-Rahaman III se proclama califa y príncipe de los creyentes, lesto significa un cisma religioso dentro del Islam, iniciándose aquí el período de esplendor del califato cordobés, que es mantenido así hasta el año 1008, con la muerte de Abd al-Malik. el hijo de Almanzor, dando lugar así a las guerras civiles y a la descomposición del califato cordobés.
Al coincidir el período emiral con los siglos VIII y IX y el período califal con el siglo X, induce algunos historiadores del arte a mantener esta periodización política, diferenciandose un arte emiral (obras de Abd al-Rahman I,
Abd al-Rahman II y Muhamad I, fundamentalmente) y un arte califal del siglo X (Abd al-Rhaman III,  Al-Hakam II y Almanzor), división que encuentra su apoyo en los cambios artísticos producidos en el momento de esplendor del arte califal.
No obstante, al ser la ciudad de Córdoba  desde el año 716 la capital de al-Andalus, y el foco artístico de todo el período.

  • La arquitectura religiosa cordobesa 
La mezquita es el monumento religioso creado por el Islam, que, a diferencia del templo donde reside la divinidad, no es sino un lugar de oración, un simple recinto, con procedentes en la propia casa de Mahoma en Midona, donde el musulmán se prosterna para orar (masyid) orientandose hacia la Meca, el centro sagrado del Islam donde se encuentra el santuario de la Kaba; consiguiendose mediante el muro de la orientación sagrada o qibla, en cuyo centro se abre un nicho vacío, el mihrab, que recuerda la presencia de Mahoma en la dirección de la oración de los primeros creyentes en el patio de su casa. La línea horizontal del suelo en que los musulmanes se posternan , alineandose en hileras paralelas ante el muro de la qibla orientado en dirección de la Meca, configura las especiales características del espacio sagrado del musulmán, de carácter indiferenciado y no jerarquizado, resultando de ahí las diferentes tipologías arquitectónicas que la mezquita adopta en el transcurso del tiempo.  


Veamos las tipologías que la mezquita adopta en Al-Andalus en época cordobesa.
  
- La mezquita aljama de Córdoba:
La gran mezquita de los "viernes" o "Córdoba" constituye un monumento capital en formación del arte hispanomusulmán, no solo por su carácter cortesano desde que se difunde el arte codobés, sino porque, además, las diversas ampliaciones experimentada a lo largo de este período permite analizar la evolución del arte cordobés a través de estas etapas constructivas de la mezquita aljama; en la circunstancia del proceso de arte en proceso de formación le conviene una exposición diacrónica, en la que, tras el análisis de las características  de cada momento, se valoren las mismas en relación con el proceso de formación del arte hispanomusulmán.


- La mezquita de Abd al-Raham I:
En las fuentes literarias no concuerdan sobre las fechas del comienzo y fin de las obras de la primera mezquita, erigida por Abd al-Raham I, auque fueron ejecutadas con bastante celeridad. En el 784 los musulmanes compran mozárabes su mitad de la iglesia de San Vicente, que compartían según costumbre de la conquista musulmana cuando la ocupación se producía por capitulación pacífica (es el mismo caso que Damasco, por ejemplo), y en el año 786 se comienza a usar esta mezquita que no estaba concluida, a falta de obras secundarias.

Las primeras discuciones sobre esta mezquita se centró en el número de naves de la sala de oraciones o haram. Siguiendo a los cronistas musulmanes, los historiadores franceses Lévi-Provençal y Lambert defendieron que el haram tenía nueve nave, a las que Abd al-Raham II añadiría las dos extremas, ampliando la sala en anchura. 

Por el contrario, los estudiosos españoles Gómez Moreno, Castejón y Torres Balbás, basándose en el análisis arqueológico del monumento y despreciando las fuentes escritas árabes, aunque concordantes  se copian unas a otras, como es sabido, han defendido que el haram de la mezquita de Abd al-Raham I tenía inicialmente once naves. La hipótesis de Gómez Moreno para concordar las fuentes escritas y la arqueología, es que tal vez las naves extremas, en tiempos de Abd al-Raham I, estuvieran separadas del resto por tabiques de celosía, destinadas del resto por tabiques de celosía, destinadas a las mujeres, y serían estos tabiques los derribados por Abd al Raham II, con lo que se justificaría las referencias de los cronistas.
 

La sala de oraciones es de planta rectangular, desarrollada en el sentido de la anchura, y está formada por once naves, perpendiculares al muro de la qibla, de las que la central es más ancha y las laterales extremas son más estrechas que el resto. Esta mezquita ofrece la irregularidad de tener mal orientado el muro de la qibla, hacia el S. en lugar de SE., lo que se ha explicado tanto por influencia  de las mezquitas sirias, para las que la orientación de la Meca estaba al S., porque el S. era el camino que los hispanomusulmanes debían tomar en su peregrinación a la Meca.
Las once salas perpendiculares a la qibla constan de doce tramos o intercolumnios, van separardas por series de arquerías formadas por un original sistema de soportes. Para resolver el problema de altura se superponen a las columnas unos pilares, y del mismo modo se superponen dos tipos de arcos, los inferiores, de herradura de tirantes para evitar los desplomes en la conjunción del pilar sobre la columna, los arcos superiores de medio punto sirven para soportar los muros en los que apean las cubiertas. La utilización de las columnas en la parte inferior, de soporte débil, pero que permite gran visibilidad, venía exigido para que fuera visible el imam, que dirigía la oración y se situaba ante el arco de mihrab, confiriendo al conjunto de la sala de oración un carácter especial aéreo y diáfano. Con la superposición del pilar se lograba mayor altura, y mediante el sistema de arcos de herraduras con función de entibo se evitaba el aspecto poco grato, de construcción porvisional, que porducían los tirantes de madera de las mezquitas musulmanas anteriores. 



Todas las columnas son aprovechadas de edificios romanos y visigodos, y de labra diferente. Tienen basas de distintas alturas; estas basas se ocultaron al ampliar la mezquita en época de Ab ad-Rohman II, ya que en estas ampliaciones posteriores no se utilizaron basas. Por eso el piso de la mezquita de Abd al-Raham I, tras la restauraciones actuales que han dejado visible las basas, está a nivel más bajo que el resto, salvándose la diferencia de nivel mediante unas rampas en la lindes. Los fustes son de mármol y granito, los de la nave central de pudinga rosada, y varios presentan estrías verticales o en espiral, estando el collarino labrado con el cuerpo de fuste. Las capiteles, de mármol blanco, de orden corintino y compuesto, predominando los corintios, diferencian la excelente labra de los romanos de la más ruda y tosca de los visigodos.


La transición de la columna al pilar superpuesto se soluciona, para ganar base, ya que el sistema de soporte se ensancha hacia lo alto, mediante cinacios, de forma troncopiramidal invertida, en su mayoría visigodos, y algunos lisos, que serían labrados ex profeso para el nuevo monumento.

Sobre los cimacios cargan unas piezas, de piedra sillar y de sección cruciforme, en las que apean sobre sus brazos longitudinales los arcos de herradura mientras que sobre los transversales, volados mediante modillones de rollos, cabalgan los pilares de planta rectangular. Es la técnica que hace viable el sistema de superposición de soportes.





El Islam: de Córdoba al Mudéjar

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