miércoles, 18 de noviembre de 2009

Siete homenajes

Dau al Set, mayo de 1951


A Raimundo Lulio

Amatistas y flores dulcemente
conjuntos en la música lejana;
un resplandor violeta que dimana
del doble contenido divergente.

Un hombre con la boca refulgente

inundando de estrellas la mañana.
Su pecho es una lúcida ventana
escrita con la forma de la frente.

Animales azules le acompañan
bajo la tierra negra del sollozo
donde brotan palabras como espejos.

Las almas no se nublan ni se empañan

entre las llamas muertas de los pozos
cuando su soledad canta en reflejos.



A Max Ernst

Incontables insectos minerales
extienden su tristeza material
por esta zona obsucura del erial
donde nacen las voces musicales.

Tu corazón de azúcarres cruciales
enhebra la armonía sideral
para buscar la página del mal
en las sombras de hierbas y cristales.

De tus dorados dedos de granito
baja un río delgado y desdoblado
en imágenes blancas y amarillas,

Tú sabes que lo roto es infinito.
Escamas y fantasmas te han tocado
con agujas y violetas y varillas.



A osiris

Repartido en pedazos y en lamentos,
repartido en paises y en canciones,
repartido en lejanos corazones,
repartido en profundos monumentos.

Repartido en obscuros sentimientos,

repartido en distintas emociones,
repartido en palabras y oraciones,
repartido y perdido en los momentos.

Heredero del tiempo y del espacio,
víctima de transcursos y distancias,

ser en seres deshecho y repartido.

Yo busco tu hermosura y tu palacio,
tu boca de rubíes y fragancias
para reunirte solo en un gemido.



A Jakob Böhme
Si negro corazón, blanca cabeza
si llama desgarrada, frío ciego,
hielo celeste contra tierra y fuego,
flor de cristal azul frente a la maleza.

Dulzura descendiendo con fiereza,
imprecación candando como ruego,
o destrucción en calma y en sosiego,
miseria en la raíz de la riqueza.

Ese fué tu mensaje de dos cantos
de dos cuerdas de luces desiguales,
de dos labios de forma incoherente.

Las risas son las joyas de los llantos,
las almas transfiguran animales.
Igual es lo contrario y diferente.


A René Magrite
Las mujeres con pechos de papel
alumbran la armonía de los prados.
A las ventanas vienen los venados
bajo un cielo de páginas de miel.

Detrás de esa cortina hay un doncel

con los ojos azules y vendados
pero en las blancas vendas hay pintados
tres ojos negros donde está Luzbel.

La pierna adolescente de la bella
abre sus abanicos de cristales

mientras un aerolito resplandece.

La carne es un espejo y una estrella.
El hombre la contempla con puñales

pero la rosa corre mientras crece.


A Mitra
Dios con siete collares planetarios,
con mujeres de piedra y pensamiento,
con aullidos de cal en movimiento,
con relieves y rojos santuarios.

Hasta las altas llamas son sudarios
ante tu desgarro monumento
en el que sólo canta un elemento:
el amor que desfonda los sagrarios.

Bestia llena de flores y granates
halo de rosas roncas de rumores,
esposo repartido en el abismo...

Hablo de los pacíficos combates,
de los ciclos de música y colores.
Por las montañas hablo de mi mismo.

A Gaudí
Relámpago de carne hecha de roca,
gesto de invocación incorporada;
anciano de cristal cuya mirada
parece el girasol de doble boca.

En tu oración la luz se ha vuelto loca
llena de mansedumbre exasèrada;
y una tormenta azul, paralizada

se postra a ese alarido que convoca.

Tu arquitectura gime como un bosque
crucificado en furia que no mengua
bajo las destrucciones cenitales.

Yo pido a ese sarmiento que me enrosque
con brasas y zafiros esta lengia
de pecados y cantos capitales.







Juan Eduardo Cirlot


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