sábado, 16 de agosto de 2008

Representación icónica

El lenguaje verbal permite al hombre tener relación con las cosas en ausencia de ellas, nombrándolas y relacionando su realidad fónica con otras realidades fónicas. La expresión icónica permite completar y ampliar esta relación en el plano del simulacro. , ya que refuerza el puente entre lo sensitivo (percepción sensorial de las formas) y lo racional (su expresión conceptual). El discurso verbal es por tanto hiperfuncional para la expresión del pensamiento abstracto y funcional para la designación y expresión de lo concreto del mundo visible y audible. Mientra que el discurso icónico es hiperfuncional para la designación y expresión de lo concreto del mundo visible y, desde este nivel semántico, puede acceder por vía alegórica, metafórica o metonímica a la expresión conceptual del pensamiento abstracto. Este funcionalismo específico no constituye ninguna novedad y ya lo conocía intuitivamente aquel paciente que le decía a Freud que no sabría qeu no sabría describirle su sueño, pero que podría en cambio dibuarlo, mientras Ivins ejemplificaba eficazmente estas diferencias cuando nos surgería el rompecabezas de describir a un amigo, utilizando solo palabras, un simple abrelatas con partes móviles. En el mismo sentido, he señalado alguna vez que es tan imposible exponer con imágenes icónicas el contenido de la Crítica de la razón pura, de Kant, como transmitir con palabras las cualidades icónicas de un primer plano de Greta Garbo.

La existencia paralela de los dos grandes sistemas de expresión verbal y de expresión icónica plantea problemas teóricos interesantes de correlación y de equivalencia. El tradicional problema de la traducción, o más exactamente de transcodificación, del discurso verbal primigenio al discuro icónico es extraordinariamente complejo, porque en la operación se altera esencialmente la sustancia de la expresión (en sentido saussuriano) o la materia de la expresión (en sentido hjelmsleviano) del mensaje (es decir, la naturaleza materia -física y sensible- del significante), alteración que no ocurre con la traducción de un idioma a otro. Toda transcodificación no es más que una tentativa de selección de equivalencias semánticas óptimas en un repertorio sígnico caracterizado por su diferente sustancia (Saussure) o materia (Hjelmslev) de la expresión. De ahí que sea legítimo afirmar que el paso de lo icónico a lo verbal - o vicebersa - es una mutación de sustancias o de materia de la expresión, es decier, una verdadera transustanciación o transmaterialización. Hace falta muy poco esfuerzo intelectual para comprender este salto cualitativo: un /fogonazo en la oscuridad/ es na expresión literaria propia de la novela policíaca, pero en cine es un desgarrón de luz que compone un cuadro abstracto a la pantalla.

Si las palabras cumpliesen exactamente la misma función descriptiva que las imágenes icónicas, no necesitaríamos de las esculturas de fidias, ni de los cuadros de Rembrandt, pues sus cualidades podrían ser íntegramente transmitidas por el relato verbal. Y todos sabemos que esto no es así. Porque, entre otras dificultades, al traducir una imagen icónica coloreada a mensaje verbal ¿como verter los miles de matices de colores para ñps qie mp existen palabras precisas? Buseando en estos problemas, Arnheim ha analizado perspicacia las difcultades qei se oponen a los intentos de transcodificación del medio bidimensional o tridimensional de la imagen visual, cuyas partes tienen además una presencia simultánea, a la unidimensionalidad lineal y enumerativa del lenguaje verbal*


*El pensamiento visual, cit., pp 242-249

0 comentarios:

Solo se publicarán mensajes que:
- Sean respetuosos y no sean ofensivos.
- No sean spam.
- No sean off topics.
- Siguiendo las reglas de netiqueta.

Publicar un comentario