miércoles, 11 de agosto de 2010

La retórica plástica

`Chapter VIII´


1. Problemas de la norma plástica
El problema de toda retórica es definir la norma con relación a la que va a. plantearse la desviación que constituye la figura. El problema de la norma en lo plástico se plantea, lo sabemos, de la manera siguiente: ¿cómo hacer coexistir el principio de la inmanencia de una norma plástica en el enunciado y el de una forma pregnante, preexistente a este enunciado?
Coexistencia imposible, si admitimos que el semantismo de lo plástico proviene siempre de un método hic et nunc, que produce un sentido a partir de las relaciones entre elementos de un enunciado, y no a partir de los mismos elementos, considerados fuera de todo enunciado...
 
1.1. La norma como redundancia
Para iluminar este problema, hemos recordado el principio según el cual una norma es siempre de naturaleza sintagmática. Si bien existe un grado cero general, la norma determinante es siempre la de una posición dada. Esta norma es proporcionada por la redundancia en el seno del enunciado.
Debemos, pues, preguntarnos si en un enunciado plástico el contenido de una posición precisa depende de los elementos que rodean a ésta. Si éste es el caso, se podrá considerar como retórica toda ocurrencía plástica que ocupe una posición que sé supondría ocupada por otra ocurrencia en función de la redundancia del mensaje.
Todo esto necesita ser precisado y suscita dos comentarios: Primero, en lo visual, la relación sintagmática no es de orden lineal (como sucede en lo lingüístico), sino espacial, de manera que en ella el factor cronológico está ausente en principio2: no se puede afirmar que el receptor mira primero tal posición y después tal otra, y así sucesivamente. Pero desde el momento en que unidades distintas pueden ser segregadas en un enunciado plástico, pocemos decir que se organizan en sintagma, el cual puede ser descrito como una red espacial de implicaciones recíprocas. La segunda dificultad consiste en que, incluso cuando se han identificado las reglas sintagmáticas de un enunciado, toda variación en los elementos ordenados no debe ser necesariamente considerada como una ruptura, pues puede perfectamente tratarse de una diferencia que aporta información. ¿Puede decirse que una ocurrencia coloreada roja en un conjunto gris constituye necesariamente una desviación? Un contraste sí, pero no necesariamente una desviación. Sólo se hablará de desviación cuando el contenido efectivo de una posición dada no sea conforme a lo esperado. A la condición enunciada más arriba le añadiremos, pues, esta otra: el mensaje debería programar el principio de un orden, pero para que se pueda hablar de retórica, debería hacerse de tal manera que el contenido de una posición esté fuertemente determinado por el sintagma.

1.2. Norma y rasgos plásticos
Una ocurrencia plástica se define por tres parámetros: la forma, el color y la textura. La norma plástica de un mensaje dado se elabora, pues, sobre estos tres planos, y una ocurrencia puede transgredirla en uno, en dos o en tres puntos de vista. En cada uno de estos planos será preciso, además, describir los elementos que entran en combinación mediante una fina descripción. Para simplificar, si tomamos un sintagma lineal con, por ejemplo, ooo<>oo, observamos en él una redundancia total en cuanto al color y en cuanto a la textura. En el plano de la forma, rasgos como «cercado», «simetría», «dimensión», son redundantes, pero no ios rasgos que constituyen el tipo geométrico.
La necesidad de definir exactamente los rasgos que soportan la redundancia y los que introducen la desviación hace surgir una pregunta: ¿conduce el análisis embrionario que acabamos de hacer a un inventario completo de los rasgos de lo plástico? Ya hemos respondido a esta pregunta al elaborar el concepto de tipo plástico.
Puede señalarse que rasgos que son pertinentes en un enunciado
carecen totalmente ele relieve en otros. En el ejemplo evocado, la orientación, que en otro lugar puede ser un rasgo descriptor del cuadrado, no juega aquí ningún papel en la redundancia (puede ser indistintamente trazado o O: la presencia del círculo —que no posee ninguna característica de orientación— sólo selecciona el rasgo «simetría»). Se puede sacar la conclusión de que cualquier rasgo de un tipo permanece en estado de potencialidad y sólo se vuelve efectivo en el caso en que aparezca en otras ocurrencias plásticas, manifestadas en el mensaje, que presenten el mismo rasgo".
Estos problemas volverán a plantearse cada vez en términos particulares para los tres parámetros de lo plástico: la forma, la textura y el color. No obstante, lo esencial del método descriptivo seguirá igual en los tres casos. Entraremos, pues, en más detalles en la próxima división, la retórica de la forma, y ciertas observaciones que serán entonces formuladas serán válidas para los otros dos campos (como los caracteres de la norma: § 2.1.1.).
Empezaremos con el análisis de un enunciado ejemplar: Bételgeuse de Vasarely. Este análisis nos permitirá a la vez ver formarse una norma que ilustra las preguntas planteadas más arriba (§ 1.1.), y ver manifestarse transgresiones a esas normas2'9 bis, así como precisar más aún las características de la norma plástica.
 
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2. Retórica de la forma 2.1. Normas
2.1.1. Caracteres de las normas plásticas
Las normas observables aquí se caracterizan por tres cosas: son plurales; siendo plurales, están jerarquizadas, pero actúan entre ellas de manera dialéctica. Plurales: cada posición entra en varias secuencias posibles. Jerarquizadas: una secuencia puede ser considerada corno la manifestación particular de una norma más general. Dialéctica: cada norma particular es la manifestación de una norma general, pero ésta sólo puede ser reconocida gracias al funcionamiento de esas nonnas particulares. Observemos estas tres características en detalle:
En el cuadro de Vasarely vemos constituirse una red sintagmática claramente estructurada, a base de alineaciones 260. Cada uno de los ejes horizontales, verticales o diagonales del tablero pueden constituir estas alineaciones.


La ortogonalidad misma de toda la red es resaltada por otras formas: la rectilinealidad, la perpendicularidad, el cercado en esta rectilinealidad y en esta perpendicularidad. Estos rasgos redundantes crean la regularidad global. A cambio, ésta nos permitirá identificar las rupturas de regularidad en los niveles inferiores.
Señalemos que las normas que entran aquí en juego (y que serán detalladas más adelante, § 2.1.3.: alineación, progresión, etc.) constituyen el grado cero local. No obstante, se las puede también interpretar —a semejanza de muchos otros grados cero locales (ver capítulo VI, § 2.3.)— como estando suspendidas en un grado cero general: el que se pueda proyectar sobre el enunciado una expectativa basada en la línea recta, en el cuadrado, en el círculo, etc., se debe a que éstos preexisten al enunciado, como tantos tipos plásticos, pero sabemos cuan evanescentes son estos grados cero generales en el dominio plástico. Lo que les confiere solidez son, sobre todo, los discursos que se apoderan de estos grados modelos.


2.1.2. Potencia de la redundancia
Señalemos das fenómenos de detalle:
a) La redundancia de un enunciado puede ser muy débil. En una imprevisibilidad máxima, ninguna norma podría ser identificada, ni ninguna variación ser llamada retórica. En el caso contrario de una fuerte redundancia (caso que afrontamos con Vasarely, el cual llena todas las casillas de su red), la norma está sólidamente establecida, y toda ruptura será, pues, fuertemente retórica.
b) De hecho, ciertos rasgos parecen ser más pregnantes que otros, como sucede aquí con las horizontales y con las verticales, más perceptibles que las diagonales. Evidentemente, la organización del enunciado bajo forma de unidades cuadrangulares colocadas en un lado tiene una razón de ser. La norma general refuerza, pues, la solidez de las normas particulares.


2.1.3- Pluralidad de los sintagmas
Podemos también examinar con detalle la noción de pluralidad de norma. Cada posición entra en varias relaciones sintagmáticas Esto sucede aquí tanto en el plano de la posición en la relación como en el de la calidad de la relación.
a) Lugar en la relación. Cada posición está en la intersección de un eje horizontal, de un eje vertical y de al menos dos ejes diagonales. Hay, pues, para cada una de ellas, cuatro sintagmas posibles. (Al menos cuatro, ya que, además, cada posición puede entrar en figuras más complejas, que dan lugar a posiciones notables: esquinas centro, polos alto y bajo, etc.).
b) De hecho, en todas estas relaciones, una posición puede ver su contenido determinado por una regla sintagmática particular. Como un sintagma se define por su regularidad (de tal manera que el contenido de una posición esté parcial o totalmente determinado), es preciso aún dis:inguir diferentes tipos de regularidad. Así. tenemos, por ejemplo:
—La regularidad por alineación. Ya se ha tratado suficientemente en el ejemplo actual.
—La regularidad dimensional. Aquí, esta regularidad está bien ilustrada por la dimensión de las formas y de sus intervalos.
—La regularidad por progresión. Está regida por un principio de proporcionalidad o de incremento entre los elementos que crecen o decrecen. Esta norma está igualmente presente aquí en las elipses que se encuentran, por ejemplo, en las hileras h y s y en la columna 3.—La regularidad por alternancia (aquí, por ejemplo, la orienta ción de las elipses situadas sobre diagonales o las de las cuatro elipses que se inscriben en un cuadrado).


Evidentemente, es posible crear otras regularidades, tanto más perceptibles cuanto que recurren a disposiciones sencillas desde el punto de vista perceptivo, no basadas en el principio de la secuencia, sino por ejemplo, en el de la superficie: cuadrados, círculos, polígonos regulares, convexos o estrellados, sinusoides, tresbólilios... Tales regularidades existen en nuestro ejemplo: vemos dibujarse, así, un gran cuadrado excéntrico en el rincón superior derecho. En todos estos casos se crea una regularidad, a la que llamaríamos ritmo si estos elementos estuviesen inscritos en un línea temporal.


I.a constatación de la pluralidad de las normas tiene una consecuencia importante: siguiendo el eje que se quiera, cada ocurrencia puede ser considerada tan pronto como participante en una regularidad, como luego rompiendo otra regularidad: tal círculo del enunciado puede ser considerado en una relación de regularidad dimensional según el eje horizontal, pero no estará en conformidad con la regularidad esperada en el eje vertical. De ahí una cierta tensión en la lectura que se puede hacer de estas posiciones. Sabíamos hasta qué punto era relativa la noción de desviación retórica: la consideración de un ejemplo como Bélelgeuse, a pesar de su rigurosa formalización, lo demuestra suficientemente.
El número de ejemplos que podemos utilizar aquí es muy elevado. Nos limitaremos a señalar tres de diferente naturaleza:
a) La vertical del extremo izquierdo contiene una elipse (fl). Ruptura en el plano del contorno (hecho exclusivamente de círculos), pero norma respetada si consideramos la progresión en el eje horizontal (en el que los círculos son cada vez más aplanados).
b) Un elemento puede tener su sitio en una regularidad según solamente uno de sus aspectos, y romper con la regularidad según otro de ellos. El pequeño cuadrado (/11) del enunciado tiene su lugar en la secuencia en cuanto a su dimensión, pero sale de tono en cuanto a su forma.
c) Ciertas elipses (las de la hilera b, las de la columna 6, e' dicluso otras) pueden ser consideradas como transgresiones de una regularidad, pero pueden ser reconvertidas en elementos de otra regularidad si elaboramos, para hacerlo evidente, una norma general diferente; si se ve en el enunciado plano el icono de un espectáculo tridimensional, entonces la elipse puede ser considerada como la forma que adopta un disco girando alrededor de su diámetro, y la serie de elipses como un conjunto de discos representados en diferentes momentos de su rotación, y en un orden racional.


2.2. Transgresiones
Ha llegado el momento de sintetizar los fenómenos de transgresión observados en Bételgeuse. Estas transgresiones sólo afectan a las formas (dejando intactas las otras variables de color y de textura): son las rupturas (a) de orientación (elipses diagonales), (b) • de dimensión (por ejemplo, el pequeño círculo p13), es decir dos de los tres formemas de la forma, pero también (c) rupturas en la elección del tipo de forma (ejemplo: los cuadrados que aparecen en la secuencia de círculos).
Ciertas transgresiones pueden ser creadoras de nuevas regularidades, pero pueden también sumarse a otras transgresión», reforzarse. Una elipse, transgresión de tipo de forma, puede también ser considerada como una transgresión de dimensión.


2.3. Figuras
La transgresión de una regularidad no es suficiente para hablar de retórica, es necesario que la redundancia no quede destruida hasta tal punto que no pueda determinarse la naturaleza de la ocurrencia esperada en esta posición. Es este saber a propósito de la posición en cuestión lo que permite reducir la desviación. Sabemos que el resultado de una desviación reducida es una figura, que define la relación entre el grado percibido y un grado concebido. En el ejemplo escogido, el grado concebido de la posición f11 es un círculo y su grado percibido un cuadrado.
La copresencia de lo percibido y de lo concebido conduce a un análisis que hace resaltar los rasgos comunes del uno y del otro, así como los que se encuentran en relación de exclusión.



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