...Dicen que eso que llaman arte hoy no siempre fue lo mismo.
¿Acaso… los Griegos que hicieron el Partenón hubieran considerado que era arte una naturaleza muerta de Picasso o un cuadro azul de Klein
Seguramente no, porque para ellos el arte era una técnica que trataba de representar o imitar la naturaleza desde la realidad más exacta y, además, no diferenciaban entre la música, la poesía o la pintura y otras actividades, aunque con aquellas technés especiales trataban de idealizar el mundo, representarlo de una manera casi perfecta, equilibrada, de ahí que si belleza ideal sólo existiese cuando hacían arte.
Ellos y los romanos, que tradujeron la palabra técnica como arte (ars) daban mucha importancia al significado de lo que hacían y nada se hacía porque sí, de manera gratuita, sino porque había que conmemorar algo y el artista era un ser “anónimo”, incluso los arquitectos eran meros artesanos, especiales... si, pero nada más. -¿Quién se acuerda del autor del Arco de Constantino?
Nos acordamos del emperador que lo encargó, para conmemorar su gloria, pero no del que lo concibió…
¡Que injusticia! ¿No?
Es cierto, pero el arte entonces servía para glorificar al poder o los poderosos y era cosa de unos cuantos: era como el sueño de entender el mundo como quisieran que fuera, no como era en realidad, así que la gente normal estaba al margen de todo. Por supuesto, no había exposiciones ni colas para ver las obras en los museos, puesto que nadie había pensado en tal invento, pero existían cuadros y esculturas y la misma arquitectura y la poesía como cosas útiles para unos cuantos, para eso que se llama élite, aunque el arte siempre fue elitista.
Entonces, ¿cómo fue combinado la manera de ver y de entender el arte o la técnica o lo que sea?
Después de los griegos y los romanos, es decir, una vez que acaba la antigüedad, la consideración de lo que era arte fue cambiando, aunque su significado nunca fue homogéneo afortunadamente. En los tiempos medievales y durante siglos, por lo menos desde la caída del Imperio Romano hasta el siglo XV, cuando se construyen las últimas catedrales góticas, el arte se escondió en la religión o más exactamente en las iglesias o en los monasterios clérigos, los monjes o los obispos se sienten responsables de guardar el saber y la cultura casi un patrimonio de ellos por ejemplo, a Nôtre Dame, ¿qué se puede pensar ante el tamaño aterrador de esa obra?
Que es una iglesia gigantesca que alguien que quería mucho a dios se encargó de levantar.
Desde luego, pero si nos situamos delante de la fachada y vemos el Pórtico de la Virgen, nos daremos cuenta de que el arte aquí sirve, además, para relatar una historia, es como si un libro estuviese abierto para explicar las verdades evangélicas a la población de aquella época medieval que era analfabeta y lo único que podía leer era las imágenes talladas en piedra.
El arte servía para instruir a los fieles y los artistas seguían siendo tan anónimos como siempre, eran simples artesanos que pertenecían a gremios y que seguían un aprendizaje del oficio hasta llegar a la categoría de maestros, categoría que solo conseguían algunos pocos. Y, a pesar de esto, estaba tan marginado el oficio de artista que cuando aparecen las universidades, allá por el siglo XV, el arte no alcanza la categoría de la gramática, de la geometría o de la música, por ejemplo; estas sí se comenzaron a estudiarse en la Universidad.
Sin embargo las cosas cambiaron en el siglo XV, en Italia: los burgueses italianos, que se habían enriquecido con el comercio por el Mediterráneo, pensaron que la vida merecía la pena vivirla y que el Dios que daba miedo de los siglos medievales anteriores podía compartir su gloria con la gloria de los hombres, así que comienzan a darle importancia al ocio y con su dinero van hacer grandes palacios y a proteger a los artistas. Recuperan los modelos clásicos de Grecia y Roma y el artista reivindica su nombre y deja de lado al anonimato.
Es cierto que el arte es idealista: trata de idealizar el mundo en sus representaciones, pero también trata de darlo a conocer. Leonardo da Vinci se siente un intelectual y cree que la pintura es una cosa mental: en el Renacimiento italiano de los siglos XV y XVI nace el arte conceptual, un arte que surge de los conceptos o ideas, no en los años sesenta del siglo XX, como se suele pesar, porque todo el arte es conceptual, se fundamenta en ideas y sin ideas no hay arte.
¿Quiénes disfrutan de esta situación…?
Disfrutan las élites y los Papas, que eran unos burgueses muy especiales e incluso llegaron a aburguesar a Dios con su idea de grandeza.
La belleza que busca Leonardo era tan simbólica como el vacío que vendía tu admirador Klein y, aunque el Papa o los Médicis no le iban a encargar sus tumbas, posiblemente entendiesen lo que había detrás de su color azul: los dos buscaban revelar el mundo a su manera y afirmaban su autoridad, se sentían artistas creadores, buscaban la belleza en el color y el misterio, no como una época medieval.
- ¿Podemos pensar que Ives Klein sería comprendido por Leonardo?
- Seguro que lo entendería mejor de lo que lo entendieron los franceses hasta hace muy poquitos años. La única diferencia entre Leonardo y Klein es que el italiano nos mostraba el cuerpo y el alma de los personajes y de la naturaleza y el francés, cuatro siglos después, se conformaba con mostrar el alma, pero tanto el cuadro de la Gioconda que está colgado en el Louvre como la Gran antropofagia en azul, el homenaje que Klein hace a Tennessee Williams, una obra que puede ver cualquiera en el Centro Pompidou, son dos formas de sonreir a la vida: de manera más feliz, una y otra de un modo más trágico o tal vez más simbólico. En realidad, Leonardo y Klein eran dos artistas obsesionados por la mística y la belleza y su arte en su momento no era de este mundo, por eso no fueron muy bien comprendidos hasta pasados muchísimos años después de su muerte. Ni siquiera Francisco Giocondo pudo comprender, en principio, la sonrisa de su mujer y Leonardo negó a explicársela.
A simple vista las formas son lo que son, pero los artistas se sentían libres en el siglo XVI. El problema vendrá en el siglo siguiente, cuando a alguien con poder se le ocurre crear las academias y, aunque nacieron en la Italia del Renacimiento, donde eran lugares de discusión de ideas en las que se combinaba la ciencia con el pensamiento y los artistas seguían siendo tratados como señores, decidieron poner reglas y trabas: la libertad del artista comenzaba a morir… porque es justamente en nuestra ciudad, aquí en París, donde surgen los modelos de academias más duros y hay que desconfiar cuando las normas del arte las dicta el Rey y su monarquía absoluta.
- ¿Qué significa esto?
- Que desde el siglo XV y durante más de dos siglos, los que tienen el poder, el Rey su gobierno, nos van hacer creer que para ser artista hay que conseguir una enseñanza de las Bellas Artes y cumplir unas reglas y el que no las siga no tiene nada que hacer: pensaba que obtener medallas y participar en los salones era suficiente para ser un buen artista. Menos mal que los Románticos, en el siglo XIX, se rebelaron contra aquellas normas. Al sentirse libres y al considerar que un artista no tenía que seguir las reglas que le marcaban otros, sino las que nacían de su propio interior, comenzaron a definir lo que iba a ser el arte moderno y la vanguardia. En su libertad y en su rebelión está el origen de toda una serie de preguntas que nos hacemos hoy sobre lo que es bello o no, sobre lo que significa una obra y si hay que entenderla para que te guste.