Un pobre cronopio va en su automóvil y al llegar a una esquina le fallan los frenos y choca contra otro auto.
Un vigilante se acerca terriblemente y saca una libreta con tapas azules.
¿No sabe manejar, usted? grita el vigilante.
El cronopio lo mira un momento, y luego pregunta:
¿Usted quién es?
El vigilante se queda duro, echa una ojeada a su uniforme como para convencerse de que no hay error.
¿Cómo que quién soy? ¿No ve quién soy?
Yo veo un uniforme de vigilante -explica el cronopio muy afligido-. Usted está dentro del uniforme pero el uniforme no me dice quién es usted.
El vigilante levanta la mano para pegarle, pero en la mano tiene la libreta y en la otra mano el lápiz, de manera que no le pega y se va adelante a copiar el número de la chapa. El cronopio está muy afligido y quisiera no haber chocado, porque ahora le seguirán haciendo preguntas y él no podrá contestarlas ya que no sabe quién se las hace y entre desconocidos uno no puede entenderse.
Julio Cortázar (1952)
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